PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
III Domingo de Pascua: Si me amas, trabaja
4 de mayo de 2025
«Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: ‘Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?’. Él le contestó: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero’. Jesús le dice: ‘Apacienta mis corderos.» (Jn 21, 15)
San San Pedro había negado por tres veces a Cristo en la noche terrible del jueves al viernes Santo. Después de la resurrección, Pedro había recuperado la fe, pero quedaba pendiente una rectificación de aquella triple ofensa. El Señor quiso lavar su mancha con una triple pregunta que le permitía al discípulo llamado a ser vicario de Cristo testimoniar delante del resto de los apóstoles el amor por el Maestro, que había quedado en entredicho. Pero, además, Cristo quiso darle una lección a Pedro y, de paso, a todos los demás. Por eso no sólo se limitó a preguntarle si le amaba, sino que tras cada afirmación de su futuro vicario en la tierra, el Señor le encomendó la tarea de cuidar del rebaño que le iba a seguir, en el presente y en el futuro. “Si me amas -venía a decir Cristo a Pedro- demuéstramelo trabajando por mí y por mi causa”.
Es lo mismo que nos dice a cada uno de nosotros: si me amas, trabaja por mí; si me amas, evangeliza y haz apostolado; si me amas, ayúdame en los que están sufriendo pues todo lo que hayas hecho al más pequeño a mí me lo has hecho.
La lección que nos da Cristo a través de aquel triple interrogatorio a Pedro es que el amor no es un sentimiento solamente, no puede quedarse reducido a un sentimiento. El amor sin obras es una caricatura del amor, es incluso ofensivo. No le puedes decir a alguien que le quieres y, a la vez, no ayudarle o incluso hacerle daño. Obras son amores y no buenas razones, decimos en castellano. Así lo enseñó Cristo.
III Domingo de Pascua: Si me amas, trabaja
Propósito: Hacer la voluntad de Dios en nuestra vida, como expresión del amor que sentimos por Él. Y hacer lo mismo con el prójimo, demostrándole con obras nuestro amor.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
II Domingo de Pascua: Testigos de vida
27 de abril de 2025
“Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre’” (Jn 20, 30-31)
San Juan termina su Evangelio recordando a sus lectores el motivo por el cual lo escribió: ofrecer a los que se interesaban por la nueva doctrina lo esencial del ejemplo y del mensaje de Jesucristo. Y también ofrecer el resultado de la aplicación a la vida personal de ese mensaje. Para Juan, no se trata sólo de estar en contacto con la verdad, sino de demostrar que sólo la verdad -que es Cristo- nos hace libres y produce en el ser humano una auténtica vida digna de ese nombre.
Si Cristo es el camino y es la verdad, también es la vida. Más aún, sólo es la vida porque es el camino y la verdad. O lo que es lo mismo: sólo podremos tener vida, y vida en abundancia, si estamos unidos a Cristo, si imitamos a Cristo. Y la vida a que se refiere Juan es sinónimo de felicidad -no de ausencia de problemas-, sinónimo de plenitud humana y también sinónimo de eternidad cuando la muerte nos alcance. Pero él pone una condición para obtener esa vida: creer en Cristo. La fe y la práctica de la moral que va ligada a esa fe, son condiciones indispensables para disfrutar de la vida que Cristo otorga.
Pero si todo esto vale para cada uno, hoy -como en tiempos de San Juan- es urgente ser testigos de ello ante los hombres. Todos aspiran a la felicidad, pero no la encuentran porque la buscan en caminos equivocados. Nosotros debemos demostrarles, con nuestro ejemplo, que somos felices y que cualquiera puede serlo simplemente por estar unidos a Cristo. El dolor, la cruz y la misericordia que tengamos con el prójimo se convierten así en instrumentos testimoniales, cuando somos capaces de sonreír a pesar de ellos, gracias a la fuerza de Dios.
II Domingo de Pascua: Testigos de vida
Propósito: No quejarme de los problemas y aprovecharlos para dar testimonio de que se puede ser feliz aún sufriendo, por estar unidos a Cristo y por la fuerza que Cristo da para resistir.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Domingo de Pascua: Creer en el amor
20 de abril de 2025
"Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, vio y creyó” (Jn 20, 3-9).
Creer en el amor, eso es lo más importante que tenemos que hacer en la vida. creer no sólo en que Dios existe, sino en que es amor para nosotros y en que lo es siempre, también cuando las cosas no salen como a nosotros nos parece que sería lo mejor. Pero, además, creer en el amor significa optar por el amor como forma de vivir, de solucionar los problemas sociales, de defender incluso nuestros legítimos derechos. creer en el amor implica no creer en la guerra, en la violencia, en la lucha de clases, en el odio.
Pero, ¿cómo es posible creer en el amor de Dios y en la fuerza constructiva del amor después de la muerte de Cristo en la cruz? La derrota del Viernes Santo fue -aparentemente al menos- la derrota del amor. ¿Quién se atrevería a seguir al Crucificado sabiendo que necesariamente iba a acabar como Él?.
Por eso es decisiva la resurrección. Sin ella, no sólo no habría existido el cristianismo, sino que el mundo de las ideologías habría perdido todo carácter utópico, soñador, para abismarse en lo práctico, en lo políticamente posible, en el ojo por ojo y diente por diente o en el voy a dar más fuerte que mi enemigo para que no me dé él a mí.
Se puede creer en el amor -en el de Dios y en la utilidad del amor como método de acción social- porque Cristo resucitó. La lección es muy sencilla: el amor pierde siempre mil batallas, pero termina por ganar la guerra. O bien: Dios te ama, aunque en muchas ocasiones tú no entiendas su amor e incluso te parezca que está sordo a tus gemidos y te ha abandonado.
Domingo de Pascua: Creer en el amor
Propósito: Creer en el amor de Dios, incluso en medio de los problemas. Rechazar el odio y la violencia como método para solucionar las dificultades. Dar gracias a Dios por haber resucitado.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.9 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Domingo de Ramos: Que se haga tu voluntad
13 de abril de 2025
"Él se apartó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo: ¡Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz! Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22, 41-42).
Empieza la Semana Santa con la lectura íntegra del relato de la Pasión del Señor según nos la cuenta el evangelista Lucas. Hay mucho que meditar, hay mucho que aprender, hay un caudal inagotable de espiritualidad en aquellos breves días en los que se decidió la suerte de la Humanidad, cuando el Redentor nos ganó la salvación pagando por nosotros en la Cruz. Pero de todas esas cosas, quizá hay una que siempre nos es cercana: la actitud de Cristo ante el drama que se la avecinaba. Consciente como era de lo que le esperaba: la tortura y la muerte, junto con el abandono de sus discípulos y hasta la “kénosis”, la sensación de alejamiento del propio Dios, el Señor tuvo miedo y angustia. El sudor de sangre de su frente era una manifestación somática del terror que atenazaba su espíritu. Y es en ese momento cuando es capaz de pronunciar la frase de aceptación de la voluntad divina.
El Cristo que huyó cuando querían hacerle rey se dejó coronar de espinas, el que se escapaba de la multitud que le vitoreaba no dio la espalda cuando le buscaban para matarle. Ese es el ejemplo que nos ha dejado: aceptar la voluntad de Dios sea cual sea, tanto en lo bueno como en lo malo, en lo fácil como en lo difícil. Y, además, lo que es aún más difícil, aceptar que esa voluntad de Dios es amor para nosotros, aunque no nos lo parezca, aunque no entendamos por qué ocurren las cosas o por qué no son escuchadas nuestras súplicas para que pase de nosotros el cáliz que Dios nos está pidiendo que bebamos. Claro que para hacer eso es imprescindible la fuerza de Dios, sin la cual aceptar la cruz con alegría es imposible.
Domingo de Ramos: Que se haga tu voluntad
Propósito: Decirle sí al Señor en lo que Él nos pida. Acudir a la oración y a los sacramentos para que nos dé la fuerza que necesitamos para hacer su voluntad.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.8 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Domingo V de Cuaresma: Agradece el perdón perdonando
6 de abril de 2025
"Los letrados y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio... Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: ‘El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra’". (Jn 8, 3-7)
El relato de la mujer adúltera y el esfuerzo que hace Cristo para salvarla de las garras de los justicieros que la acosan, es un buen ejemplo de lo que el Señor lleva a cabo cada día a favor de cada uno de nosotros. Él es el mediador ante el Padre y, si no fuera por su intercesión, el justo castigo de Dios recaería inmediatamente sobre nosotros. La “palabra de vida” de esta semana nos invita a considerar este aspecto misericordioso de Dios y también a imitarle. Para ello debemos considerar que nosotros somos equiparables a la mujer pecadora, necesitados por lo tanto de perdón, pero que en ocasiones también somos víctimas de los defectos de otras personas. Somos, pues, víctimas y culpables a la vez. Como víctimas podemos perdonar y como culpables necesitamos perdón. Convendrá recordar, pues, aquella frase de Jesús en la que nos decía que íbamos a recibir la medida que nosotros mismos usáramos con los demás. Recibe la absolución de Dios, pues, pidiendo perdón y perdonando tú a quien te ha hecho daño.
Por otro lado, no hay que identificar la misericordia de Dios con el pecador con tolerancia con el pecado. Cristo no dice a la adúltera que lo que ha hecho esté bien y que puede marcharse para seguir haciéndolo. Evita que la maten y él mismo la perdona, pero la invita a que no lo vuelva a hacer. La Iglesia tiene como una de sus máximas morales la de condenar el pecado y salvar al pecador. Así debemos hacer nosotros: condenamos lo que está mal hecho, pero intentamos ayudar al que lo ha hecho para que no lo vuelva a hacer. Tal y como nos gustaría que se comportasen con nosotros.
Domingo V de Cuaresma: Agradece el perdón perdonando
Propósito: Rechazar el mal, sea quien sea el que lo haga, pero no al que lo hace. A éste intentar ayudarle. Perdonar para poder ser nosotros perdonados. Perdonar porque hemos sido perdonados.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.7 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Domingo IV de Cuaresma: Ponte en camino hacia el Padre
30 de marzo de 2025
“Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’” (Lc 15, 20-24)
La parábola del hijo pródigo es fuente de innumerables lecciones. Pero esta semana podemos fijarnos en la actitud del hijo pequeño, el mal hijo que abandonó la casa del Padre para vivir su vida lejos de él. Todos estamos retratados, de alguna manera, en ese muchacho díscolo. Pero si bien él es un mal ejemplo en cuanto al pecado, es un modelo a seguir en lo que respecta a la reconciliación con Dios, en la vuelta a casa. Según la parábola, los motivos para volver fueron absolutamente egoístas, pero al Padre no le importó; ordenó la gran fiesta para celebrar el regreso de su querido hijo, que estaba perdido y había sido recuperado. Esta semana debemos plantearnos precisamente ese regreso y debemos hacerlo desde donde estemos y por el mejor de los motivos: darle una alegría merecida a Dios nuestro Padre.
Seguramente la mayoría de nosotros no nos hayamos ido nunca de la casa paterna, incluso es posible que no estemos en pecado mortal o hasta que nunca hayamos cometido ninguno; pero incluso en ese caso es necesario volver, en el sentido de acercarnos más, de estrechar los lazos de amor y gratitud con quien tanto nos ama. Y es necesario hacerlo también para compensar los abandonos de otros, para consolar al Padre común por las heridas que le producen otros de sus hijos, muchísimos por desgracia. Volver a la casa paterna significa aumentar la oración, aumentar la contemplación, aumentar las motivaciones de agradecimiento para con Dios. Y desde esas motivaciones hacer que nuestras obras estén llenas de generosidad y de misericordia para con el prójimo.
Domingo IV de Cuaresma: Ponte en camino hacia el Padre
Propósito: Confesarnos, tanto si hay como si no hay pecados graves. Aumentar la oración, para consolar al Padre abandonado por tantos hijos. Ayudar a los hermanos a volver, evangelizando.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.6 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Domingo III de Cuaresma: No abuses de la bondad de Dios
23 de marzo de 2025
“Dijo entonces al viñador: ‘Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás’” (Lc 13,6-9).
Cuando somos jóvenes, nos parece que el tiempo es infinito y con frecuencia lo desperdiciamos, como si fuésemos poseedores de una fortuna inagotable. Después, al envejecer, quisiéramos hacer lo que no hicimos y con frecuencia comprobamos que ya se nos ha pasado la edad, ya no tenemos fuerzas. Con respecto a Dios sucede algo parecido. Estamos tan seguros de su bondad que nos parece que ésta no se va a acabar nunca y por eso pensamos que siempre, en cualquier momento, podemos convertirnos y dar los frutos de santidad que Él espera. La certeza que nos da nuestra fe de saber que hasta en el último instante un pecador puede pedir perdón y ser perdonado, se vuelve contra el propio Dios, como si su bondad fuera su peor enemigo y, a la postre, también el nuestro, pues al no hacer el bien que debiéramos nos hacemos daño a nosotros mismos. Es como si Dios fuera equivalente a un padre indulgente que termina por conseguir una colección de hijos malcriados y, por eso, desgraciados. Para evitarlo, para colocar la idea de Dios en su justo término, para hacernos comprender que el amor divino no está reñido con la justicia, es por lo que Jesús nos contó la parábola de la higuera que no daba fruto.
Dios, efectivamente, nos da muchas oportunidades, pero éstas no son infinitas. Llegará un momento en la vida de cada uno en el cual las oportunidades para amar se habrán acabado y quizá entonces querremos pedir una prórroga, una hora más de vida, para hacer lo que no hicimos durante tantos años y días perdidos. Aprovechemos que nuestro corazón late todavía para agradecer, para amar.
Domingo III de Cuaresma: No abuses de la bondad de Dios
Propósito: ¿Estoy cumpliendo los buenos propósitos que hice? ¿Si me llegara la hora de la muerte estaría preparado, en gracia de Dios y con las manos llenas de buenas obras?
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.5 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Domingo II de Cuaresma: Déjate iluminar
16 de marzo de 2025
“Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña para orar” (Lc 9,28).
Continuando con la lección de la semana anterior, el Evangelio de este domingo nos muestra un ejemplo concreto sobre la necesidad de orar para poder resistir la tentación. Cristo, preocupado por fortalecer a sus discípulos para la inminente prueba de la Cruz, se los llevó al monte Tabor y allí se transfiguró ante ellos. Quería robustecer su fe en que Él era el Hijo de Dios y en que Dios estaba de su parte, para que cuando le vieran colgando del madero no entraran en crisis. Sabemos que aquella experiencia, algo parecido pero infinitamente más fuerte que unos ejercicios espirituales, no dio en principio los resultados esperados, pero a la larga sirvió para que los apóstoles volvieran a recuperar la fe que perdieron el Viernes Santo.
Si eso hizo el Maestro con aquellos discípulos que tantas veces le habían visto ya hacer milagros, cuánta más necesidad tendrá de hacerlo con nosotros. Él quiere prepararnos para las pruebas de la vida, quiere darnos fuerzas para que resistamos los golpes. Nosotros, en cambio, lo que queremos es que esas pruebas no existan, lo cual es imposible. Por eso, porque es inevitable tener problemas y sufrir tentaciones, nos conviene “dejarnos iluminar”, dejarnos fortalecer. Y para eso, como la semana pasada, la oración y la participación en la Eucaristía son los mejores instrumentos. “No soy tan fuerte”, debes decirte a ti mismo, para correr enseguida a buscar ayuda y consuelo en el único que te la puede dar siempre: Cristo. Dejémonos ayudar, dejémonos iluminar por Cristo para poder retener algo de esa luz, de esa fuerza, en los momentos de oscuridad, en los momentos de decaimiento. Y cuando éstos llegan, recordemos los buenos momentos, los tiempos dulces en que sentíamos a Dios muy cerca de nosotros.
Domingo II de Cuaresma: Déjate iluminar
Propósito: Acudir a rezar siempre, con perseverancia, al margen de nuestra apetencia. Hacerlo tanto si tenemos ganas como si no, para estar preparados para cuando vengan los problemas.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.4 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Domingo I de Cuaresma: No caer en la tentación
9 de marzo de 2025
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo” (Lc 4, 1-4).
El mundo y el demonio son pródigos en sugerirnos tentaciones que nos apartan del camino de Cristo, del camino del amor. Tentaciones que son siempre atractivas, pues de lo contrario sería muy fácil e incluso espontáneo rechazarlas.
Hay muchas tentaciones y, quizá, cada uno tiene las suyas particulares, lo mismo que se tienen determinadas virtudes. Con frecuencia, incluso, hay defectos que van unidos a las virtudes; las personas nerviosas suelen ser muy activas y las tranquilas tienden a ser perezosas; las personas que estallan con explosiones de mal genio, tienden a tener un buen corazón y a no guardar rencor, mientras que las que controlan mejor su carácter a veces pasan facturas más tarde. Por eso no hay que alarmarse por sufrir tentaciones, sino que hay que luchar para no caer en ellas, a la vez que se saca partido de la parte positiva de nuestra manera de ser, de la manera de ser de cada uno. No hay que olvidar aquella vieja máxima que expresa con sabiduría un principio básico de la moral católica: “Una cosa es sentir y otra consentir”, lo cual no significa que tengamos vía libre para jugar con fuego.
Pero hay una tentación que es frecuente hoy: la de trabajar hasta el agotamiento sin nutrirnos de motivaciones que nos ayuden a recuperar las fuerzas que gastamos en el trabajo. Hay mucha gente que se da y que un día descubre que está vacía. Darse es una forma de llenarse, ciertamente, pero eso sólo se produce cuando la entrega se hace por amor a Dios. No caer en la tentación del activismo es el objetivo de esta semana.
Domingo I de Cuaresma: No caer en la tentación
Propósito: Rezar más para trabajar mejor. Buscar en Cristo la ayuda que necesitamos para poder amar como Él nos ha enseñado, para rechazar las tentaciones.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.3 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Domingo VIII: La paja en el ojo ajeno
2 de marzo de 2025
“¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?” (Lc 6,41).
Todos, más o menos conscientemente, vivimos en un mundo de excusas que nos impiden ver la gravedad de lo que hacemos. Continuamente encontramos atenuantes e incluso eximentes para nuestro comportamiento: estamos cansados, tuvimos un problema en el trabajo, hubo mucho tráfico antes de llegar a casa o incluso acudimos a excusas que hunden sus raíces en experiencias pasadas que nos marcaron negativamente. Esas excusas pueden tener valor y hacer que, efectivamente, lo que hacemos más deba ser visto con más indulgencia. Pero el riesgo es que esa indulgencia se convierta en complacencia, en tolerancia. Al final se cumple aquel viejo refrán. “Si no eres capaz de vivir como piensas, terminarás por pensar como vives”. Ante el remordimiento de la conciencia, terminamos por acallar esa conciencia con un aluvión de excusas.
A la vez, ese criterio no se aplica hacia el comportamiento del otro. Al contrario, somos exigentes con los demás quizá incluso en proporción directa a cuanto somos tolerantes con nosotros mismos. Ni siquiera pensamos en que, lo que a nosotros nos parece un atenuante le puede pasar al otro: También él puede estar sufriendo en el trabajo, estar cansado o haber pasado demasiado tiempo en un atasco de tráfico antes de llegar a casa. También él puede haber tenido una infancia difícil o a ver sido humillado en el colegio. Somos indulgentes con nosotros y severos con los demás.
Por eso el Señor nos invita a ponernos en el lugar del otro a fin de comprenderle y valorar con mayor justicia lo que hace. Que al menos los atenuantes que usamos con nuestras excusas, sirvan también para él. Dejemos a Dios que haga de Dios y que juzgue, al prójimo igual que a nosotros, pero mientras tanto, esforcémonos en luchar para hacer el mayor bien posible, confiando siempre en la misericordia de Dios.
Domingo VIII: La paja en el ojo ajeno
Propósito: Ponte en el lugar del otro. Intenta conocer sus circunstancias, su historia, antes de juzgarle. A la vez, analiza si te estás excusando demasiado de forma que estés obrando mal con la conciencia tranquila, en lugar de esforzarte por hacer el bien.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.2 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Domingo VII: La medida que uséis, la usarán con vosotros
23 de febrero de 2025
“Dad y se os dará. La medida que uséis la usarán con vosotros” (Lc 6, 38).
Esta semana el Evangelio nos ofrece un resumen del mensaje moral de Cristo. Lo hace proponiéndonos algunos ejemplos concretos de difícil aplicación: “amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, orad por los que os injurian”. Y a continuación dice algo que nos tiene que servir de estímulo para poder llevar a la práctica sus mandatos: “La medida que uséis la usarán con vosotros”.
Ya sin esta advertencia deberíamos estar dispuestos a intentar practicar el mandamiento del amor, pues deberíamos amar, aunque no fuera más que por gratitud a Dios, que tanto nos ha amado. Pero es que, además, nos conviene hacerlo pues si no amamos no nos amarán, si no perdonamos no nos perdonarán. Sólo aquel que cree estar libre de toda culpa o que piensa que nunca va a necesitar ayuda de nadie, puede permitirse el lujo del egoísmo. Pero si obra así, ¿de verdad está limpio de pecado? Quizá lo parezca, pero en realidad está lleno de soberbia.
Por lo tanto, hagamos las cosas por agradecimiento al Señor, con el cual tenemos una deuda infinita. Aunque el prójimo no se lo merezca, hagámoslo por Él, por Dios. Si tuviéramos en cuanta, a la hora de hacer el bien a quien creemos que no lo merece, el mucho amor que a nosotros nos ha dado Dios a pesar de no merecerlo, seguramente todo sería más fácil. Pero, además, no debemos olvidar que nosotros no somos perfectos y que también a nosotros nos tienen que soportar, perdonar, consolar, ayudar. Si no somos capaces de ser generosos, ¿cómo podemos pretender que lo sean con nosotros? Con frecuencia usamos dos varas de medir: reclamamos para nosotros comprensión, misericordia, tener en cuenta las circunstancias, mientras que somos intransigentes con los defectos del prójimo.
Propósito: Tener en cuenta, a la hora de juzgar, de criticar, de perdonar o, incluso, de dar limosna, que un día podemos estar en la misma situación en que ahora está nuestro prójimo.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
TAREA NUM.1 PARA LOS FRANCISCANOS DE MARIA
Invertir en la alegría
16 de febrero de 2025
“Dichosos los pobres porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros cuando os odien los hombres y os excluyan y os insulten a causa del hijo del hombre” (Lc 6,20-23)
Cristo sorprendió a sus contemporáneos con aquel sermón conocido como el de la montaña, en el que proclamó las bienaventuranzas. Ese mensaje sigue siendo hoy igual de sorprendente y, aparentemente, contradictorio. ¿Cómo voy a considerarme dichoso si paso hambre, si lloro o si soy perseguido? Lógicamente, no se trata de una invitación al masoquismo, como si la felicidad estuviera ligada a las desgracias. Se trata de una visión diferente de la vida y de los valores a los que damos importancia. Las bienaventuranzas se entienden desde el amor, porque son manifestaciones del amor.
Serían algo semejante a esto: “Dichoso tú que has dado limosna para que otros tuvieran algo de comer o con qué vestir. Dios te lo va a recompensar en el cielo y vas a encontrar una alegría y una paz inmensa en la tierra”. “Dichoso tú, que ahora estás aguantando las burlas de los que te rodean porque tienes principios morales y no quieres renunciar a ellos. Llegará un día en que te darás cuenta de que elegiste el camino correcto, mientras ves cómo lo pasan mal, víctimas de sus excesos, los que ahora se ríen de ti”. “Dichoso tú, si te critican por ser mi discípulo e incluso si por ese motivo pierdes algún buen negocio. No te quepa duda de que Dios te lo pagará con creces, tanto en el cielo como en la tierra”. En definitiva, lo que el Señor nos dice es esto: “Dichoso tú cuando amas, cuando compartes, cuando perdonas, cuando eres fiel a tu conciencia. Dichoso tú porque estás invirtiendo en alegría y en felicidad, tanto en la tierra como en el cielo. Y esta alegría no te la quitará nadie”.
Invertir en la alegría
Propósito: Analizar el propio comportamiento a la luz de cada una de las bienaventuranzas. ¿Doy limosna? ¿Acompaño al solitario y al que sufre? ¿Doy la cara por Cristo? ¿Trabajo por la paz?
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Construye al menos un pajar
9 de febrero de 2025
“Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: ‘Apártate de mí, Señor, que soy un pecador’…. Jesús dijo a Simón: ‘No temas: desde ahora serás pescador de hombres.” (Lc 5, 8-11)
Ante el milagro, ante la irrupción de Dios en la propia vida, siempre hay dos posturas: la de echar a correr despavorido, porque se intuye que tras conocer a Dios hay que cambiar de vida, y la de postrarse a los pies del Señor pidiendo ayuda para poder hacer lo que la conciencia te está diciendo que tienes que hacer. El primero, el que huye, en el fondo sabe que es un pecador, pero no quiere que se lo digan y ni siquiera desea decírselo él mismo. El segundo también lo sabe, pero ha decidido quedarse para, con la fuerza de Dios, darle al Señor lo que Él tiene derecho a encontrar.
Sin embargo, con frecuencia, tras la conversión, el que ha optado por quedarse junto a Cristo experimenta la rutina. Una rutina que consiste en ver cómo los pecados se repiten. Parece entonces que la conversión ha sido falsa o que los pecados están tan arraigados en la propia naturaleza que es inútil cualquier esfuerzo por suprimirlos. Esta experiencia del propio pecado reiterado conduce a muchos al desánimo y, como consecuencia, al abandono de la lucha y al alejamiento.
Quizá habría que ser más humilde para poder perseverar. La humildad de aquellos que, al comprobar que no pueden construirle a Dios la catedral que merece, deciden ofrecerle al menos un pajar. No podrán dar el cien por cien, por mucho que lo intenten, pero están decididos a darle todo lo que puedan, aunque sea poco. Sólo los humildes perseveran. Sólo los que aceptan las derrotas vencen. Sólo los que siguen confesándose, aunque no experimenten grandes cambios, terminan por alcanzar la santidad.
Propósito: Confesarse, aunque se sepa que se va a volver a caer. Volver a empezar en la relación con el prójimo, pidiendo perdón o perdonando, mientras haya una posibilidad de solución.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
Aceptar la espada del dolor
2 de febrero de 2025
“Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma” (Lc 2, 34-35)
La presentación del Niño Jesús en el Templo, unida a la purificación ritual de María, su madre, que era exigida por la Ley judía, fue un acto ritual que la Sagrada Familia llevó a cabo, aunque la Santísima Virgen no necesitaba purificarse de nada. Aquel fue el momento elegido por Dios para anunciar algo de lo que había de suceder; Jesucristo sería “una bandera discutida” -por lo tanto, su actividad generaría controversia- y eso molestaría a los que no quieren problemas, aunque esa ausencia de conflictos se pague al precio de aceptar la injusticia. Cristo, además, haría que saliera a la luz lo que está escondido en el corazón del hombre, pues ante la persecución sólo los que de verdad aman a Dios dan la cara por Él, mientras que los que le seguían por interés o por inercia no dudan en abandonarle. Por último, todo esto tendría un precio: el sufrimiento de la Cruz; precio que pagaría no sólo Jesús sino también su Madre, la Santísima Virgen María.
Hoy también Jesús es una bandera discutida que sirve para conocer lo que había en el corazón de muchos hombres. Ante la persecución que sufre el Señor, incluso dentro de la Iglesia, muchos de los que callan lo hacen porque temen perder sus privilegios. Se pone de manifiesto, así, el poco amor a Dios que hubo siempre en sus corazones. Y hoy también María sufre y de nuevo la espada de dolor le atraviesa el alma, no sólo por ver crucificado de nuevo a su Hijo, sino también porque oye lo mismo que oyó hace dos mil años de la boca de Pedro: “No le conozco, no sé quién es ese hombre, no soy de los suyos”. ¡Pobre Jesús y pobre María! Abandonados, por miedo o por interés, por tantos que debían defenderles.
Propósito: Ser fieles a Cristo, con la palabra y con las obras, y no dudar en defenderle aunque nos critiquen por ello, pero hacerlo siempre sin agresividad y sin odio.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Domingo III
¿Qué es lo que me hace feliz?
26 de enero de 2025
“Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor” (Lc 4, 17-21).
Cristo no se hizo hombre para amargarnos la vida con leyes morales imposibles de cumplir. Por el contrario, el vino para darnos la libertad, la esperanza, la felicidad. Ahora bien, eso sólo será posible si le hacemos caso, si le obedecemos, si le imitamos. Y cumplir las leyes morales no es otra cosa más que imitarle.
En definitiva, sólo seremos de verdad libres y felices si amamos. Todo lo que no sea amor verdadero, no nos libera sino que nos esclaviza. En cambio, cuando amamos, nos sentimos bien porque sacamos de nosotros lo mejor que hay y porque contribuimos a la felicidad de los demás. Pero no hay que olvidar que el amor siempre implica renuncia y sacrificio, olvido de uno mismo, alejamiento del propio egoísmo.
Amar, por lo tanto, es el camino de la felicidad, pero el camino del amor es la generosidad y, en el fondo, la cruz. O entendemos esto o tenemos un concepto falso, sentimental y traicionero del amor. Porque, al final, el que ama de verdad es el que cuida a sus padres ancianos o al enfermo de larga duración y no el que le mata con la excusa de que lo hace para que no siga sufriendo. El que ama de verdad es el que cuida de su familia y no el que la abandona o la destruye sin abandonarla a base de egoísmo. El que ama de verdad es el que no miente, el que no roba, el que no mata, el que da limosna, el que defiende la verdad y la justicia, el que trabaja por la paz.
Propósito: Renunciar a todo aquello que no sea verdadero amor. Suprimir los motivos y los comportamientos egoístas para encontrar la felicidad que Cristo promete a los que le imitan.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Domingo II
Haced lo que Él os diga
19 de enero de 2025
“Había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo: ‘No les queda vino’. Jesús le contestó: ‘Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora’. Su madre dijo a los sirvientes: Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 1-11).
En las bodas de Caná se pusieron de manifiesto muchas cosas. Una de ellas fue el apoyo por parte de Dios con que contaba Cristo, como pudieron comprobar sus discípulos al ver el milagro de la transformación del agua en vino. Otra fue la bendición del amor humano y, con ello, la institución del sacramento del matrimonio. Pero eso, y mucho más, pudo ocurrir gracias a que allí estaba la Virgen María. Ella fue la que instó a Jesús a apiadarse de la pareja de novios, de lo cual es fácil deducir que ella sabía que su hijo podía hacer milagros. Y, sobre todo, ella fue la que nos dejó una de las frases más hermosas del Nuevo Testamento, que se han convertido en todo un programa de vida: “Haced lo que Él os diga”.
María se nos muestra siempre, desde ese instante, como la que señala permanentemente hacia su Hijo instándonos a obedecerle. Nos anima a hacerlo incluso aunque no entendamos, como les debió ocurrir a los criados que llenaron los cántaros de agua sin saber el milagro que se iba a producir. Nos pide que obedezcamos, que sigamos a Cristo, no sólo para darle una alegría a Él, su Hijo, sino porque eso es lo mejor para nosotros. Cristo te ha dado motivos suficientes para fiarte de Él, de su palabra, de su voluntad. Pero, si por cualquier causa te sientes alejado de Él, fíjate en María: fíate de ella, hazla caso. Ella, que siempre ha estado junto a ti, te señala el camino: Haced lo que él os diga.
Propósito: Hacer lo que Dios me pida –cumplir con mis obligaciones, con los mandamientos tal y como los enseña la Iglesia- aunque no lo entienda e incluso aunque tenga dudas.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Domingo II de Navidad
No tener miedo a ser testigos
5 de enero de 2025
“Surgió un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan: éste venía como testigo para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (Jn 1,6-9).
Con frecuencia, la experiencia de un cristiano de hoy en el mundo en que vivimos es la de alguien que está acosado. Te bombardean por doquier, tanto dentro como fuera de la familia. Te sientes interpelado para dar justificación a pecados reales o supuestos que la Iglesia ha cometido en sus dos mil años de historia. Además, te piden razones por las que la Iglesia mantiene esta o aquella ley moral, en contra de la presión ambiental. Y, por último, te hacen a ti, como creyente en Dios, responsable no sólo de los cataclismos naturales sino de aquellas desgracias que tienen su origen en la maldad del hombre. Ante esto, el cristiano tiende a encogerse, a rehuir el debate y, al final, a vivir su fe de una forma oculta, por miedo a la tormenta que se desata a su alrededor si la confiesa.
Pero tendríamos que hacer caso a los que nos han precedido, a los que vivieron en la época del martirio y fueron ellos mismos mártires. Por ejemplo, a San Ignacio de Antioquía, que fue martirizado en Roma y que no dudó en decir que, ante la persecución, no hacen falta discursos brillantes sino grandeza de alma. Y esto significa que, en este contexto hostil en el que vivimos, lo que tenemos que hacer es estar dispuestos a aceptar la humillación, la crítica o el desprecio. Todo antes que ocultar nuestra fe. Por lo demás, tampoco pasa nada por reconocer que no tenemos respuestas a todas las preguntas que nos hacen, o defender a la Iglesia como ha hecho Juan Pablo II: admitiendo que cometió errores, pero que tiene en su haber muchísimos más aciertos que fallos y que de éstos no suele hablar nadie.
Propósito: No temer dar la cara por Cristo, con argumentos, si se tienen, o con el testimonio humilde de decir que para nosotros estar con el Señor es haber encontrado la felicidad
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Sagrada Familia:
Ama como te gustaria ser amado
29 de diciembre de 2024
"Le dijo su madre: ‘Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados’. Él les contestó: ‘¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?’. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad". (Lc 2, 46-51).
El relato de la pérdida de Jesús en el Templo nos sitúa ante un conflicto generacional en el seno de la Sagrada Familia, un problema siempre existente en cualquiera de nuestras familias. Pero, sobre todo, nos sitúa ante la solución. Tras la presentación del problema -el niño Jesús se separa de sus padres sin avisarles y éstos se llevan un susto enorme-, el Evangelio nos dice qué hay que hacer. Primero: el diálogo sereno; la Virgen no se nos muestra airada, sino tranquila y dialogante; antes de juzgar quiere oír una explicación del por qué de un comportamiento tan extraño en una criatura siempre dócil como era Jesús. Éste les da una respuesta que no les convence del todo. La conclusión es que se restablece la armonía y el niño vuelve a unirse a sus padres “siguiendo bajo su autoridad”.
Por lo tanto, ¿qué tenemos que hacer cuando hay problemas en casa? Lo primero: dialogar, escuchar, darle al otro la oportunidad de que se explique, oír sus razones, ponerse en su lugar, comprender sus circunstancias de edad o de cansancio. Lo segundo fijar los límites entre lo que es tolerable en base a la legítima libertad, sin lo cual la familia sería un infierno y no un hogar, y lo que rompe la unidad y convierte la familia en una pensión barata. Tercero: aplicar las consecuencias sin miedo y establecer la autoridad sin caer en el autoritarismo, sabiendo que ese es el servicio que hay que prestar. Tan malo es que en una casa no exista orden como que impere la tiranía. Hoy lo más frecuente es que la educación sea tan permisiva que, cuando los padres quieren poner remedio, se encuentran con que es demasiado tarde.
Propósito: Escuchar al otro y tratar de entenderle poniéndome en su lugar. Dar también las propias razones. Respetar siempre los legítimos derechos del otro
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Dom. IV de Adviento:
Amar imitando a María
22 de diciembre de 2024
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?". (Lc 1,39-45)
El saludo de Isabel a su prima, María, nos presenta a la Virgen como una mujer afortunada. Pero ¿por qué? ¿Acaso la suerte de María estaba en ser la futura reina madre de un poderoso imperio mundano y tener acceso, por ello, a todo tipo de lujos? ¿Quizá se debía sentir afortunada por convertirse en la más poderosa o famosa? Su suerte, aquello por lo que la felicitó su prima, estaba en su vientre y era su hijo, Jesús. Estaba también en su decisión de hacer la voluntad de Dios, de poner al Señor en el primer lugar de la vida.
¿Cuántos ricos había en Israel en aquella época? ¿Cuántos poderosos en el Imperio romano? ¿Cuántas mujeres importantes? Pues bien, ninguno de ellos hace sombra a María en la historia, cuyo nombre sigue siendo el más utilizado por las mujeres de todo el mundo y cuya figura sigue atrayendo a millones de personas hacia sus santuarios, hacia las casi infinitas capillas donde se la venera de una parte a otra del planeta. Y todo por una cosa: porque hizo del amor la elección de su vida.
Por eso, imitemos a María y optemos por el amor. Digámonos a nosotros mismos que somos afortunados cuando amamos y no cuando utilizamos a los demás. Digámonos y convenzámonos de que hay más gozo en dar que en recibir, sin que nos importe que el mundo no nos entienda. Sólo así prepararemos debidamente la ya inmediata Navidad. Sólo así, entregados al amor, podremos acoger en nuestro corazón al que es la fuente de todo amor: Cristo.
Propósito: No quejarme cuando tenga que amar, bien sea cumpliendo mi obligación o bien a través de algún favor. Imitar a María.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Dom. III de Adviento:
¿Te sientes amado? ¡Ama!
15 de diciembre de 2024
“La gente preguntaba a Juan: ‘Entonces, ¿qué hacemos?’. Él contestó: ‘El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo". (Lc 3,10-11).
Durante la actividad de San Juan Bautista, llegó un momento en que la gente que escuchaba su predicación entendió que algo había que hacer. Consideraron que habían recibido suficientes motivaciones y le preguntaron al predicador que qué debían hacer, puesto que ya estaban convencidos. Juan les contesta con la lección de la caridad. Si te sientes amado, les dice, ponte tú a amar.
Esta fórmula sigue siendo válida y contiene en sí misma lo esencial de la pedagogía divina utilizada por Cristo. Si Dios es amor, si crees que de verdad Él te quiere, si estás convencido de que el Niño de Belén o el Crucificado del Gólgota es el Hijo de Dios que nace y muere por ti, entonces no puedes permanecer indiferente o en la mera contemplación. Tras contemplar, tas llenarte de motivos, debes pasar a la acción, debes ponerte a amar.
Pero, ¿a quién amar? Ante todo, a aquellos con los que tengas alguna deuda de amor: los tuyos. La familia, una vez más, se nos presenta como la primera que debe recibir el don del amor. Después vienen los amigos, los compañeros de trabajo o de estudios y también, y sobre todo, aquellos que muestran en su cuerpo o en su espíritu la huella del dolor, de la necesidad.
No debes olvidar, y esto es lo importante, que no se trata de hacer las cosas por mero sentimentalismo navideño, o por un humanitarismo altruista. Generalmente estas motivaciones dan poco de sí y se agotan en una limosna barata. Tienes una deuda de gratitud con Dios. Págala en el prójimo.
Propósito: ¿Con quién tengo deudas de amor? ¿Quién está quejoso porque piensa que soy un desagradecido? ¿Quién, tenga derecho o no, necesita de mi cariño? Ámales como Cristo te ha amado.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Dom. II de Adviento:
Predicar incluso en el desierto
8 de diciembre de 2024
“Juan recorrió la comarca del Jordán, predicando un bautismo deconversión para el perdón de los pecados, como está escrito: Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios” (Lc 3,3-6).
En castellano, predicar en el desierto es sinónimo de perder el tiempo intentando convencer a alguien que se niega a escuchar. Es posible que en el lenguaje bíblico no quisiera decir exactamente lo mismo, pues el desierto estaba habitado por los nómadas.En nuestra época, sin embargo, el concepto parece más actual que nunca. Con frecuencia nos sentimos rodeados de un desierto de soledad. A nuestro alrededormuchos, si no todos, dan la impresión de ignorar o despreciar la fe. A pesar de que las iglesias siguen congregando a mucha gente, tenemos la sensación de que somos una pequeña minoría en retroceso. Por eso la llegada de la Navidad que estamos preparando con el Adviento nos invita a vencer este sentimiento derrotista y a lanzarnos a la misión, comunicándoles a esos que nos rodean y hacen oídos sordos la buena noticia del amor de Dios. Muchos se encogerán de hombros, otros se reirán de nosotros y nos dirán que cómo es posibleseguir creyendo en estas cosas en el siglo XXI. Pero no faltarán quienes estén aguardando el mensaje y que, gracias a que se lo proclamamos, lo reciben y se adhieren a él. No debemos olvidar que cada persona tiene su momento y que incluso aquellos que un momento antes se han burlado, pueden estar receptivos debido a que el dolor ha pasado por su vida y les ha purificado.Prediquemos, pues, siempre. Prediquemos incluso en el desierto. Pero prediquemos sobre todo y ante todo en aquel sitio donde la responsabilidad es mayor: la propia familia.
Propósito: Sacar en las conversaciones el tema de la Navidad y hacer ver lo que se va a celebrar: el nacimiento de Cristo, el amor de Dios, y no la fiesta del consumo. Rezar antes de predicar.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO I /Adviento
1 de diciembre 2024
Renovar el amor y la esperanza
“Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes... Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación” (Lc 21, 25-28).
Empieza el Adviento. Empieza el tiempo de preparación para la Navidad. Como todo tiempo de preparación, está marcado por el examen de conciencia, por la penitencia, por la purificación. Se trata de preparar la casa para hacerla acogedora al Hijo de Dios. Por otro lado, se trata también de darnos cuenta de la grandeza del don que significó el Nacimiento de Cristo. Por eso, este Evangelio nos invita a meditar sobre la gran suerte que tenemos por haber recibido la visita redentora del Señor, y también por saberlo. Esta suerte, mayor aún por ser conscientes de ella, nos tiene que sostener en medio de las dificultades. Cuando éstas nos afecten, cuando nos hagan tambalear y aún dudar del amor de Dios, basta con mirar con los ojos del alma la escena de Belén. Los pastores que acudieron a adorar al Niño recién nacido no fueron beneficiados con milagros o con dinero y, sin embargo, salieron de allí felices, porque se llevaban la certeza del amor de Dios.
En el fondo, lo que Cristo quiso hacer con su nacimiento en Belén, lo mismo que con su muerte en el Gólgota, fue demostrar al hombre, más allá de toda duda, que Dios le amaba. Mirando al niño de Belén o al Crucificado, a pesar de estar sufriendo, e incluso sufriendo mucho, no podemos dudar del amor de Dios, porque no hay prueba mayor de amor que el que alguien dé la vida por ti y si, además, ese alguien es el propio Dios la cosa adquiere dimensiones tan grandes que sólo se puede responder con un amor que sea lo más parecido posible al amor recibido. El cristiano, que sabe de ese amor divino, cuando sufre, cuando siente angustia lo mismo que la sienten el resto de los hombres, no se hunde, sino que “levanta la cabeza”, mira al cielo, confía en el amor de Dios y ahí encuentra su paz y su esperanza.
Propósito: Ante las dificultades, contemplar la escena de Navidad y reafirmar nuestra fe en el amor de Dios, lo cual nos llenará de esperanza. Y empezar a preparar la casa para Cristo
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXXIV /TIEMPO ORDINARIO
24 de noviembre 2024
Seguir al Rey de la Verdad
“Tú lo dices: Soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18, 36-38).
Las Palabras de Cristo, presencia auténtica del propio Cristo, no pasan nunca en vano. No sólo no pierden actualidad, sino que, si se las escucha con los oídos del alma, nunca dejan de producir sus frutos en el corazón del hombre.
Pero para eso, para que se las escuche, hay que saber hacer callar a otras voces. A veces éstas proceden de nuestros egoísmos e instintos. En otras ocasiones son voces que están fuera de nosotros y que pugnan por desbancar a Dios del primer lugar de nuestro corazón para ocuparlo ellas y los que las pronuncian. Conviene, pues, examinar nuestra conciencia para descubrir si son las palabras de Cristo, su mensaje transmitido a través de la Iglesia, el que guía nuestra vida o si son otros -los famosos, los políticos, los periodistas- los que han ocupado su lugar. Aunque estas “palabras de hombres” se presenten ante nuestra inteligencia y ante nuestros intereses de una manera seductora, atractiva, no debemos olvidar que lo mismo ha sucedido ya en otras ocasiones en el pasado, con trágicas consecuencias para las personas y los pueblos que las escucharon, como el nazismo o el marxismo. Sólo las palabras de Cristo, la “palabra de Dios” produce vida. Sólo ella nos dice la verdad, incluso aquella parte de la verdad que nos escuece, que desnuda ante nuestros ojos nuestros pecados, esos que querríamos que permanecieran ocultos.
Hagamos, por lo tanto, un esfuerzo por acoger la palabra del Señor íntegramente, sin permitir que nadie la censure en nuestro corazón o fuera de nosotros. Y, después, intentemos con la mayor seriedad posible llevarla a la práctica.
Propósito: Seguir a Cristo no sólo como persona que nos salva y nos ama con su muerte redentora, sino también como el maestro que nos enseña y, a través de esa enseñanza, también nos salva.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXXIII /TIEMPO ORDINARIO
17 de noviembre 2024
Obedecer la única palabra que da vida
“El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.” (Mc 13, 31)
Las palabras de Cristo, presencia auténtica del propio Cristo, no pasan nunca en vano. No sólo no pierden actualidad, sino que, si se las escucha con los oídos del alma, nunca dejan de producir sus frutos en el corazón del hombre.
Pero para eso, para que se las escuche, hay que saber hacer callar a otras voces. A veces éstas proceden de nuestros egoísmos e instintos. En otras ocasiones son voces que están fuera de nosotros y que pugnan por desbancar a Dios del primer lugar de nuestro corazón para ocuparlo ellas y los que las pronuncian. Conviene, pues, examinar nuestra conciencia para descubrir si son las palabras de Cristo, su mensaje transmitido a través de la Iglesia, el que guía nuestra vida o si son otros -los famosos, los políticos, los periodistas- los que han ocupado su lugar. Aunque estas “palabras de hombres” se presenten ante nuestra inteligencia y ante nuestros intereses de una manera seductora, atractiva, no debemos olvidar que lo mismo ha sucedido ya en otras ocasiones en el pasado, con trágicas consecuencias para las personas y los pueblos que las escucharon, como el nazismo o el marxismo. Sólo las palabras de Cristo, la “palabra de Dios” produce vida. Sólo ella nos dice la verdad, incluso aquella parte de la verdad que nos escuece, que desnuda ante nuestros ojos nuestros pecados, esos que querríamos que permanecieran ocultos.
Hagamos, por lo tanto, un esfuerzo por acoger la palabra del Señor íntegramente, sin permitir que nadie la censure en nuestro corazón o fuera de nosotros. Y, después, intentemos con la mayor seriedad posible llevarla a la práctica.
Propósito: Analizar nuestros criterios, nuestros valores, nuestras normas morales, para ver si son coherentes con la enseñanza de Cristo o con lo que dice la gente y opina el mundo.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXXII /TIEMPO ORDINARIO
10 de noviembre 2024
La solidaridad como deber
“Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero; muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.” (Mc 12, 41-44)
El ejemplo de la viuda que pone en la colecta poca cantidad pero que es todo lo que tiene, es un punto de referencia para nuestro comportamiento. Es, a la vez, un caso práctico sobre la unión entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Y es que para nosotros, los cristianos, no se puede estar junto a Dios si no se está junto al hombre y, a la vez, cuando estamos junto a Dios estamos más fácilmente al servicio del hombre.
La solidaridad, la caridad, no es un asunto optativo para un seguidor de Cristo. No es algo que podamos hacer o dejar de hacer, sin que tenga consecuencia alguna el que se haga o no se haga. La caridad, el amor, es una obligación, es un deber. No podemos poner excusas para negarnos a amar. Podremos llevar a la práctica este mandamiento de una forma o de otra, y eso las circunstancias y el deber de nuestro estado nos lo indicarán. Pero en ningún caso podemos decir que hay circunstancias o problemas que nos impidan amar. Ni siquiera la pobreza -de tiempo o de dinero- es una excusa. Ahí está el ejemplo de la viuda y de su pequeña limosna. Todos tenemos algo que dar. Todos, incluso aquellos que también tienen que pedir, pueden dar algo a los que son más pobres que ellos o a los que, aunque sea de otra cosa, les necesitan.
Propósito: Examinar nuestra conciencia: ¿Hago el bien que puedo? ¿Doy la limosna que puedo? ¿Ayudo a quien puedo? ¿Gasto más de lo necesario? ¿Cumplo con mis obligaciones profesionales?
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXXIII /TIEMPO ORDINARIO
3 de noviembre 2024
Amar al prójimo por amor a Dios
“Un letrado se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Respondió Jesús: El primero es: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 28-31).
Una de las muchas trampas que han acechado -y a veces cazado- a los católicos en estos años del posconcilio, ha sido la de intentar separar el amor a Dios del amor al prójimo. Durante un tiempo, se presentó el amor a Dios como competidor del amor al hombre, e incluso se llegó a decir que si se amaba al prójimo por amor a Dios, en el fondo no se amaba al prójimo. De este modo se intentó cercenar la raíz del amor, la motivación religiosa.
Sin otro motivo que el del amar al hombre por el hombre, pronto ese amorlanguideció, empezando por dejar de amar a aquellos que no eran“amables”: los enemigos, los antipáticos, los que son de otro país, de otra cultura o de otra religión. En cambio, los que han resistido la prueba -los que han seguido alimentando su amor humano con motivaciones religiosas, con la oración,con la eucaristía, con la confesión-, han visto fortalecido su amor al prójimo, porque cuando el motivo humano para amar ya no era suficiente, estaba aún el enorme caudal del motivo divino. Si no haces las cosas por él -nos dice Dios, refiriéndose al prójimo-, hazlas por mí. Se trata, pues, de comprender que sólo hay un mandamiento: el del amor. Y que este mandamiento único tiene dos dimensiones inseparables: Dios y el hombre. No se puede amar al primero sin amar al segundo y viceversa. Pero el amor a Dios precede al amor al hombre, pues es su raíz, su alimento, su continua fuente de renovación. El amor al hombre, por el contrario, es la prueba de que nuestro amor a Dios es verdadero y no sólo una teoría retórica.
Propósito: Amar al prójimo y, sobre todo cuando sea difícil, recordar que tenemos unagran deuda con Dios y que se la debemos pagar haciendo el bien incluso a quien no lo merece.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXX /TIEMPO ORDINARIO
27 de octubre de 2024
Huir del relativismo moral
"El ciego soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, que pueda ver. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino". (Mc 10, 46-52)
El ciego Bartimeo era un enfermo que sufría y quería dejar de sufrir, quería recobrar la vista. Por eso se atrevió a molestar a Jesús. Llegó incluso a enfadar, con su insistencia, a los que acompañaban al Maestro. Bartimeo tenía, pues, tres características: Estaba ciego y lo sabía, le dolía estarlo y quería curarse, y puso los medios para conseguirlo.
Si el caso de Bartimeo lo trasladamos a la ceguera moral, tan frecuente hoy, vemos que las características de aquel hombre no se suelen dar ahora. En primer lugar, la gente se niega a reconocer que está ciega, es decir que se niega a aceptar el criterio moral de la Iglesia y prefiere decir que lo que le conviene es bueno, aunque en realidad sea malo. En segundo lugar, como no se quieren reconocer como ciegos, no les duele y no buscan curarse. Por eso precisamente no se curan. Se puede decir, por lo tanto, de muchos hombres y mujeres de nuestra época que no hay peor ciego que el que no quiere ver, a lo que habría que añadir que si no se quiere ver es porque no les conviene ver.
Imitemos a Bartimeo. Reconozcamos nuestros pecados. No nos importe que sean abundantes o reiterativos. La misericordia de Dios es infinita y no hay culpa que no pueda ser perdonada. Dios está deseando curarnos las veces que haga falta. Sólo espera que se lo pidamos, con insistencia y con humildad.
Propósito: Hacer examen de conciencia de los propios pecados y pedir perdón, sin importar que sean faltas que cometemos muchas veces. Aceptar los criterios morales de la Iglesia.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXIX /TIEMPO ORDINARIO
20 de octubre de 2024
Practica la humildad del servicio
«El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.» (Mc 10, 42-45)
Probablemente sea el instinto humano, deformado por el pecado original, el que nos lleva a pensar que el grande es el que manda y que el que sirve es inferior, es, de alguna manera, un pobre desgraciado. Por eso, porque el instinto está herido por el pecado, es por lo que huimos del servicio y procuramos ser servidos.
Cristo, conocedor del alma humana, quiere salir al paso de esa desviación. Lo hace de dos maneras, con el ejemplo y con su enseñanza. Una y otra vez, y no sólo en aquella última cena en la que lavó los pies a los apóstoles, dio muestras de su actitud de servicio. En esta ocasión, tal y como cuenta el evangelista Marcos, lo quiso enseñar explícitamente, hablando de sí mismo (“el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir”) y diciendo a sus seguidores que ellos debían imitarle y hacer lo mismo. Se tratará, pues, de llevar a la práctica lo que el Maestro hizo y enseñó, pues ninguno es tan grande como Él y por lo tanto ninguno tiene que abajarse tanto y humillarse tanto como hizo Él. Se trata de servir y de hacerlo con alegría, sin quejarse, sabiendo que así se imita al Señor y se le ama en los hermanos. Claro que ese servicio debe ser inteligente, sin que se preste a abusos o pueda ser empleado para maleducar. Pero dentro de estos márgenes, lo que hay que hacer es teorizar menos sobre el servicio y servir más. Por amor a Cristo, con la ayuda de Cristo y como hizo María, la esclava del Señor.
Propósito: No considerarse nunca tan grande como para no poder ayudar al prójimo. Practicar la humildad del servicio, empezando por el cumplimiento de las propias obligaciones.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXVIII /TIEMPO ORDINARIO
13 de octubre de 2024
Evita los pecados de omisión
“Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres y luego sígueme. A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!” (Mc 10, 17-23)
La historia del joven rico ha sido interpretada a veces como la expresión de los dos caminos que habría en la vida cristiana: el del laico que busca la salvación cumpliendo los mínimos, es decir: observando los mandamientos; y el de aquellos otros que aspiran a algo más, a la consagración religiosa o sacerdotal, que exige un seguimiento más radical de Cristo.
No creo que esa interpretación sea correcta, porque para todos los cristianos rigen los mismos preceptos: los mandamientos por un lado y la ley del amor por otro. No es verdad que el camino del laico sea el del aprobado y el del religioso o sacerdote el del notable o el sobresaliente. Todos estamos llamados a la misma vocación, la de la santidad. A ella vamos a llegar cuando observamos los mandamientos -los mínimos- y cuando procuramos practicar la caridad -el máximo-. La caridad, el amor, es para todos y no sólo para unos cuantos elegidos que quizá algún día veneraremos en los altares. Es para todos los bautizados igualmente válido el precepto de amar a los enemigos, de dar limosna a quien lo necesita, de consolar al que sufre, de vestir al desnudo, de acompañar al solitario, de cumplir con las propias obligaciones, de poner en las propias espaldas algo del peso ajeno para que el prójimo pueda ver aliviada su carga. No hay un camino de segunda y uno de primera. Hay un solo camino cristiano: el del amor a Dios y al prójimo.
Propósito: Preguntarle al Señor cada día, en la oración: ¿Qué puedo hacer por ti? ¿qué puedo hacer por el prójimo?. Examinar la conciencia sobre los pecados de omisión e intentar evitarlos.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXVII /TIEMPO ORDINARIO
6 de octubre de 2024
Cuida de tu familia
"Se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? Él les replicó: ...... Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". (Mc 10, 2-9)
El Evangelio de esta semana trata del siempre difícil y siempre actual problema del divorcio. La prueba de su dificultad está en que los fariseos se lo plantearon a Jesús “para ponerlo a prueba”. Sabían de la misericordia del Señor y buscaban ponerle en un aprieto, teniendo que decidir entre el complacer a los que buscan en el divorcio una solución a su fracaso matrimonial y el respeto a la ley divina.
Jesús da una sentencia que no deja lugar a dudas: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Pero no se conforma con eso. Antes, incluso, de afirmar esa defensa rotunda del vínculo matrimonial habla del amor, que se manifiesta en que los dos, la esposa y el esposo, llegan a ser una sola carne. De eso, precisamente, se tratará esta semana: de fomentar todo aquello que contribuye al amor, que favorece el amor. Las rupturas matrimoniales no llegan como por encanto, sino que se van gestando poco a poco. Antes de la ruptura definitiva hay mil pequeños desencuentros cotidianos. Es como si una gruesa soga formada por mil hebras de hilo fuera deshaciéndose hasta que ya no queda nada más que una fina unión que se rompe con un último golpe. Se trata, pues, de aplicar una medicina preventiva. Se trata de creer en el matrimonio, tanto desde el punto de vista social como desde el sacramental. Y porque se cree en el valor del matrimonio para toda la vida y en el valor de la familia es por lo que merece la pena sacrificarse por ellos. Sin olvidar que, si bien la familia tiene un precio, el divorcio y la ruptura tiene otro, que suele ser más caro.
Propósito: Analizar cuál es la situación de la propia familia y qué se puede hacer para mejorarla, así como qué hay que evitar para que no se deteriore.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXVI /TIEMPO ORDINARIO
29 de septiembre de 2024
Sé misericordioso y acoge al pecador
«Dijo Juan a Jesús: Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.” (Mc 9, 38-40)
La “palabra de vida” de esta semana nos invita a practicar esa virtud tan de moda que es la “tolerancia”, pero entendida de una manera cristiana. Todos caben en la Iglesia –les dice Jesús a sus discípulos- porque todos caben en el corazón amoroso del Padre. Todos, incluidos los pecadores más notorios. Esto nos tiene que llevar a una actitud de acogida y no de rechazo; de comprensión con el prójimo e incluso con sus debilidades y pecados. Sin embargo, esta comprensión -y ahí es donde nos diferenciamos de la manera secularizada de vivir la tolerancia- no significa que tengamos que dar la razón a quien no la tiene, que tengamos que decir que el mal no existe o que, llevados de nuestra comprensión hacia el pecador, debamos decirle que lo que hace no tiene importancia y que puede seguir pecado. Cristo, que es siempre nuestro modelo, comía con los pecadores públicos de su época -los publicanos y las prostitutas- y no dudaba en enfrentarse con una sociedad hipócritamente puritana para defender a una adúltera que iba a ser lapidada. Sin embargo, a los publicanos les decía que dejaran de robar, a las prostitutas que se ganaran honestamente la vida y a la adúltera le dijo que no pecara más. Seamos intransigentes con el pecado y acogedores y misericordiosos con el pecador. Basta con que se arrepienta, con que quiera cambiar, para que reciba ya el abrazo del Padre. No lo olvidemos, todos caben en la Iglesia, con tal de que quieran ser santos, aunque aún no lo sean. Gracias a eso, cabemos también nosotros.
Propósito: Practica la misericordia y una bien entendida tolerancia que consiste en aceptar las legítimas diferencias que el prójimo tiene con respecto a ti. No aceptes el pecado, pero acoge al pecador.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XXV /TIEMPO ORDINARIO
Sé el primero en amar
22 de septiembre de 2024
"Por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". (Mc 9, 34-35)
Llama la atención que los apóstoles, hombres maduros como eran y compañeros de Jesús, asistentes de la multitud de sus milagros y oyentes de sus maravillosas enseñanzas, testigos de sus actos de amor, no se hubieran enterado de nada o de casi nada. Al menos no se habían enterado de lo más importante: que había que practicar el mandamiento del amor. En esta escena evangélica los vemos peleando y discutiendo porque todos querían ser el primero, el que manda. Jesús seguramente tuvo que sufrir ante este triste espectáculo, que le hacía intuir batallas peores y posteriores en el seno de la Iglesia. Por eso quiso dejarles de forma explícita su mandato: el que quiera ser el primero que sea el servidor de todos.
Así ha sido y debe ser siempre en la comunidad cristiana. Lo que importa no es quien manda. Lo que importa es la santidad, el amor. La Iglesia ha canonizado a gente sencilla, iletrada, humilde, mientras que no lo ha hecho con otros que vivieron cuando ellos y que fueron mucho más famosos e importantes, incluidos Papas y Obispos. ¿Quién, salvo los especialistas, sabe cómo se llamaba el Obispo de Asís en tiempo de San Francisco, o cualquiera de los Papas de su época? ¿Quién conoce el nombre del obispo de Madrid cuando el campesino Isidro vivía en la ciudad? ¿Y quién era el Papa que vivía cuando la andariega Teresa de Ávila sembraba Castilla con sus palomares carmelitanos de santidad? Y si lo que importa es amar, no nos sintamos tristes cuando nos toque eso, cuando el Señor nos invite a seguir su ejemplo convirtiéndonos en los que sirven y no en los que son servidos. No hay que olvidar que en las enseñanzas del Señor a sus discípulos entra también el concepto de resurrección: la prueba pasa y lo que triunfa al final es la verdad y la justicia.
Sé el primero en amar
22 de septiembre de 2025
Propósito: Hacer mi obligación con alegría y del mejor modo posible, como un acto de servicio al prójimo. No rehuir los trabajos comunes, pensando que debería ser otro quien los hiciera.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
DOMINGO XVI /TIEMPO ORDINARIO
No huir de la cruz ni perder la esperanza
15 de septiembre de 2024
“Jesús empezó a instruirlos: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días… Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió e increpó a Pedro: ¡Quítate de mi vista, Satanás! Tú piensas como los hombres, no como Dios.” (Mc 8, 29-32)
Está de moda hablar de Dios como amor, lo cual es bueno, pues es un aspecto fundamental de la verdad revelada por Cristo acerca de Dios, aunque a veces se olviden otros aspectos de esa misma verdad -manifestada en el Antiguo Testamento y asumida por Jesús en sus enseñanzas-, como es el hecho de que Dios es Juez o Señor. En todo caso, lo que no está tan de moda es percatarse de que ese amor de Dios se puso de manifiesto sobre todo en Cristo, en la encarnación del Hijo de Dios, y muy especialmente en la muerte redentora de Cristo en la Cruz. La Cruz, pues, es la mayor prueba del amor de Dios hacia los hombres, la prueba definitiva.
Pues bien, del mismo modo que Dios ha hecho con nosotros, así debemos hacer nosotros con Él. Nuestras cruces deben convertirse en la prueba de que nosotros le queremos a Él. Y para ello nada mejor que aceptar lo que Dios nos pide, tanto lo que es nuestra obligación como los imprevistos de la vida. Si somos capaces de no huir de la cruz por amor a Cristo, que por amor a nosotros no huyó de su Cruz, entonces le estaremos demostrando a Dios que le queremos de verdad.
No hay que olvidar que en las enseñanzas del Señor a sus discípulos entra también el concepto de resurrección: la prueba pasa y lo que triunfa al final es la verdad y la justicia.
No huir de la cruz ni perder la esperanza
15 de septiembre de 2025
Propósito: No huir de la cruz. Aceptarla, como la aceptó Cristo. Ofrecérsela al Señor como expiación por los propios pecados y por los de los demás. No perder la esperanza nunca.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXIII DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Aprende a escucha y a hablar
8 de septiembre de 2024
"Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos". (Mc 7, 31-37)
El milagro sobre el “sordo que apenas podía hablar” lleva consigo dos lecciones. La primera procede del hecho de que Jesús, para curar a este enfermo, “le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua”. Es decir, le tocó. Cristo necesita “tocarte” para curarte. Necesita, por lo tanto, tener contigo una relación de proximidad, de afecto; sin esa relación, es muy difícil que Él pueda lograr el milagro de la conversión de tu corazón. Él quiere estar cerca de ti, quiere “tocarte”, pero si tú te alejas de su lado, si no le das la oportunidad de que lo haga, no le dejas que obre el milagro en ti. ¿Cómo dejar a Jesús que se acerque?: Aumentando la vida de oración y, sobre todo, comulgando más, pues ese es el contacto más íntimo posible, ya que por medio de él, Jesús entra en nosotros y nos transforma en Él.
La segunda lección viene del milagro en sí, que los espectadores van a resumir diciendo: “hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Significa que la conversión que Cristo opera en nosotros nos va a hacer capaces de escuchar a los que sufren, mientras que antes pasábamos a su lado indiferentes; a la vez, nos hace hablar –sin gritos, con paz siempre, pero con valentía-, para defender los derechos de los oprimidos, para defender a la Iglesia, para evangelizar, para defender la vida del no nacido, para defender a la mujer maltratada, para defender a todos aquellos que, por cualquier causa, están siendo víctimas de las injusticias. Cuando Cristo te “toca” ya nada es igual; recuperas los ojos para ver, los oídos para oír y la boca para hablar. En realidad, estás recuperando el corazón, estás recuperando la humanidad.
Aprende a escucha y a hablar
8 de septiembre de 2025
Propósito: Acercarse a Jesús para que nos pueda convertir. Aprender a oír a nuestros hermanos cuando sufren y a defender a los que padecen las injusticias.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXII DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Corazón a corazón
1 de septiembre de 2024
«Él les contestó: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.» (Mc 7, 6-7)
Siguiendo con el tema de la semana anterior, aunque se trate de otro evangelista, el Evangelio de este domingo nos muestra la decepción de Jesús ante la respuesta de su pueblo, el pueblo amado, el pueblo elegido que Él había venido a salvar. “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”, llegó a decir el Maestro haciéndose eco de una antigua profecía.
¿Y de nosotros? ¿Podría decir también eso? Ciertamente que le honramos con los labios, lo cual no sólo no es malo, sino que es cada vez más necesario hacerlo para dar testimonio público de nuestra fe. Pero debería ser verdad que, a la vez que hacemos eso, intentemos hacerlo con el corazón. De eso se tratará esta semana, de profundizar en una relación “cordial”, afectiva, amorosa, con Cristo. Se tratará de decirle, en la oración y con las obras, que le queremos, que Él es lo primero en nuestra vida, que por Él y con Él estamos dispuestos a hacer lo que Él nos pida. Es una semana para ejercitar el “por ti” en cada cosa que hagamos, a fin de que el Señor se convenza de que, aunque somos pecadores y a veces fallamos, Él puede contar de verdad con nuestro corazón. Transformando un poco aquella poesía de Quevedo, deberíamos decirle, con las obras y las palabras: “Polvo soy, más polvo enamorado”, o lo que es lo mismo: “Pecador soy, pero te amo”. Te amo, Señor, porque tú te lo mereces, porque con tu misericordia has conquistado mi corazón. Y mi principal dolor es no amarte más, no amarte lo suficiente, no serte siempre fiel para que puedas estar orgulloso de mí en todos los momentos de mi vida.
Corazón a corazón
1 de septiembre de 2025
Propósito: Decirle al Señor, con la mayor frecuencia posible, “por ti” al hacer las cosas. Asumir tareas difíciles e ingratas por amor a Él, de forma consciente, para demostrarle nuestro amor.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXI DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Defender a Jesús y permanecer con Él
25 de agosto de 2024
"Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él. Entonces Jesús les dijo a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos. Y sabemos que tú eres el Santo, consagrado por Dios". (Jn 6,66-70)
La pregunta dolorida de Jesús a sus apóstoles, sobre la que meditamos este domingo, es efectuada por el Señor al ver que la gente que le seguía se había ido yendo cuando Él dejó de ser un negocio para ellos. Esa misma pregunta nos la hace cada día a cada uno de nosotros y se la hace a todos los que, en alguna ocasión, movidos por alguna necesidad, se han acercado a Él en busca de ayuda. Nos dice, mirándonos con tristeza a los ojos: “¿También tú quieres marcharte, como han hecho tus amigos, como han hecho ya la mayoría de los que viven a tu alrededor? ¿también tú me dejarás cuando las cosas se pongan feas y corras riesgos por estar a mi lado? ¿también tú te irás cuando ya no puedas sacar nada de mí o cuando no entiendas algunos de mis planes?”.
Ante estas preguntas, no basta con una respuesta fácil ni retórica. No es suficiente decirle sólo con la boca: “Señor, aunque todos te abandonen yo no lo haré”, como dijo Pedro la noche del Jueves Santo poco antes de negarle tres veces y oír cantar el gallo. Tampoco basta con tratar de contentarle diciéndole que ya vamos a la misa dominical o que damos alguna limosna. Tenemos que asegurarle, con toda la sinceridad de que sea capaz nuestro frágil corazón, que queremos estar a su lado en lo bueno y en lo malo, con hacen los verdaderos amigos. Tenemos que asegurárselo no sólo con palabras, sino con obras. Con obras que, por amor a Él, estamos ya haciendo y vamos a seguir haciendo, aunque no tuviéramos más recompensan que proporcionarle a Él un poco de alegría.
Defender a Jesús y permanecer con Él
25 de agosto de 2025
Propósito: Traicionar a Jesús, irse de su lado, significa negarle cuando otros le critican o marcharse cuando otros se van. Debemos hacer lo contrario: salir en su defensa y quedarnos.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XX DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Comulgar para vivir en Él
18 de agosto de 2024
"Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros... El que come mi carne habita en mí y yo en él". (Jn 6,53-57)
Cristo se nos ofrece como verdadera comida que repone nuestras fuerzas y nos invita a “comerle”, nos invita y anima a que utilicemos el alimento que nos ofrece y que es su propio cuerpo y su propia sangre, su propia vida, Él mismo. Es decir, Jesús nos regala el don de la Eucaristía y nos pide que vayamos a comulgar. No hacerlo –cuando se está preparado para ello- es algo que va contra nuestros propios intereses. Pero tras este regalo del Señor lo que queda patente es su amor. Cristo nos ama y porque nos ama desea ayudarnos, sostenernos en nuestras luchas. Consolarnos en nuestras tribulaciones, acompañarnos en los momentos de dolor y de alegría. Cristo nos ama y la Eucaristía es una de las pruebas mayores de ese infinito amor. Sabiendo esto, debemos preguntarnos: ¿Le amamos nosotros? ¿Correspondemos a su amor con todas nuestras fuerzas? ¿Le decimos que puede contar con nosotros lo mismo que Él nos dice que podemos contar con Él?.
La respuesta al amor es el amor. Por eso, aprendamos a amar a Cristo intentando tener su misma medida. Vivamos en Él, comulgando y rezando, trabajando y ayudando al prójimo, estando en gracia de Dios con la confesión. Vivamos en Él para que Él pueda disfrutar de vivir en nosotros. Vivamos con Él, con su fuerza, para poder dar la respuesta de amor que él tiene derecho a esperar de nosotros. Vivamos por Él, movidos por el agradecimiento a Él, que ha hecho tanto por nosotros. Así cumpliremos lo que decimos en la Misa: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”.
Comulgar para vivir en Él
18 de agosto de 2024
Propósito: Comulgar todas las veces que sea posible, pero hacerlo bien preparado. Por lo tanto, confesar si se tienen pecados graves o si hace tiempo que no se confiesa.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XIX DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
No critiques
11 de agosto de 2024
"Criticaban los judíos a Jesús porque había dicho ‘yo soy el pan bajado del cielo’.... Jesús tomó la palabra y les dijo: No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día". (Jn 6,41-45)
Resulta verdaderamente difícil no criticar. De una forma o de otra, la mayoría lo hacemos, aunque la mayor parte de las veces las críticas sean leves y estén basadas en argumentos veraces. Cierto es que habría que distinguir las críticas verdaderamente dañinas de esas otras que son simples comentarios hechos con un poco de ligereza pero sin malicia. Pero incluso este tipo “ligth” de comentarios, cuando nos enteramos de que otros los han hecho de nosotros, nos hacen daño, con lo cual deberíamos suponer que también nosotros herimos a los demás cuando los hacemos.
Criticar es, además, atribuirse funciones de juez, considerarse superiores a las personas criticadas y usurpar un poder que sólo Dios, que lo conoce todo, es capaz de detentar y ejecutar. Sólo el Señor es juez de las conciencias y nadie puede pretender usurpar ese puesto.
Por eso Jesús nos enseña a no criticar, a darle al otro nuevas oportunidades, a poner excusas que justifiquen de algún modo –siempre dentro de lo posible- el comportamiento del otro. Sólo así podremos pedirle al Padre que sea comprensivo con nosotros mismos, pues le podremos decir a nuestro favor que nosotros hemos intentado ser comprensivos con nuestro prójimo.
Por último, sería bueno aplicar aquel consejo de San Francisco, en el que pedía que no se dijera nada de nadie ausente que no se pudiera decir con caridad delante de él.
No critiques
11 de agosto de 2024
Propósito: Cuando vaya a criticar a alguien, pensar si me gustaría que dijeran eso de mí a mis espaldas. Recordar que la medida que use con los demás la usarán otros conmigo.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XVIII DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Agradecer y ofrecer
4 de agosto de 2024
«Jesús les contestó: Os lo aseguro: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna.» (Jn 6, 26-27)
Si la semana pasada el Evangelio nos invitaba a plantearnos los motivos por los que nos acercábamos a Cristo, esta nueva “palabra de vida” nos invita a seguir profundizando en la misma dirección, añadiendo una enseñanza más, la de que no debemos seguirle por cuestiones materiales sino que deben entrar en nuestras motivaciones también las espirituales, la santidad. Es Jesús mismo el que muestra su decepción en este Evangelio dominical, al ver que sólo el interés material mueve a sus múltiples admiradores a ir tras Él. Y les pregunta: “¿por qué me buscáis?”
Esa misma pregunta nos la hace Jesús a nosotros. Ya vimos que debíamos estar dispuestos a seguirle no sólo por interés, sino por gratitud, por amor, para devolverle algo de lo mucho que hemos recibido de Él. Por lo tanto, a la pregunta de Cristo deberíamos contestar: “Señor, te buscamos porque queremos disfrutar de tu compañía, porque queremos oír tu mensaje, porque sin ti no podemos ni queremos vivir. Te buscamos porque te amamos. Te buscamos también porque queremos de ti el mayor de los dones: que nos ayudes a ser santos. Te buscamos, también pero no en primer lugar, porque necesitamos tu ayuda para resolver los problemas que nos hacen sufrir y necesitamos tu fuerza para llevar nuestra cruz de cada día”. Pidamos, pues, la santidad. Busquemos con tesón la santidad. Con el mismo empeño, por lo menos, con que buscamos la salud perdida o un buen puesto de trabajo. Además, acudamos a Él también a ofrecer, a ofrecernos, a decirle que puede contar con nosotros.
Agradecer y ofrecer
4 de agosto de 2024
Propósito: Cada vez que me dirija a Dios o a la Virgen pidiendo un favor, analizar si me he dirigido antes dando gracias, ofreciéndome para ayudarles o pidiendo la santidad.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XVII DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
¿Por interés o por amor?
28 de julio de 2024
"La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: “Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo. Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña Él solo". (Jn 6,11-15)
El Evangelio de esta semana nos muestra a un Cristo que huye. No huye de la cruz sino de los aplausos. Y lo hace, sobre todo, porque sabe que no son sinceros sino interesados. Le aplauden porque han comido gratis hasta saciarse. No aplauden su mensaje, sino sus milagros. Y el Señor se va.
A Jesús no le molesta que le pidamos cosas, sino todo lo contrario. Su amor por nosotros es tan grande que su mayor alegría es precisamente amarnos y ayudarnos. Pero porque nos ama de verdad, Él no está a gusto hasta que su ayuda no produce en nosotros los frutos deseados. El más importante de esos frutos, el que va unido al concepto mismo de salvación, es el de liberarnos del egoísmo y hacernos entrar en el camino de la generosidad, del agradecimiento, del amor.
Cuando aprendemos a amar, a agradecer, es cuando la salvación está obrando en nuestro interior. Por eso, si estamos dispuestos a pedir ayuda, debemos aprender también a darla. Si acudimos al lado de Jesús cuando tenemos problemas, debemos ir también a darle gracias o, simplemente, a hacerle compañía. No le busquemos sólo porque lo que vamos a obtener de Él, sino por Él mismo; no acudamos sólo a pedir, sino que vayamos también para dar y para agradecer. Un agradecimiento que vaya más allá de la cortesía, de las palabras educadas, pues a veces éstas son una excusa para quedar con la conciencia tranquila. Y si lo hacemos así, Él no huirá de nosotros, sino que nos admitirá en su compañía y nos llenará de sus dones.
¿Por interés o por amor?
28 de julio de 2024
Propósito: Cada vez que necesite algo, analizar si he dado las gracias por todo lo que Dios ya me ha dado, y hacer lo mismo también con el prójimo. Ir a Dios no sólo a pedir.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XVI DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Ora et labora, Reza y Trabaja
21 de julio de 2024
“Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer”. (Mc 6, 30-31)
Jesús, con su ejemplo personal, con sus palabras y con lo que hizo hacer a sus apóstoles, nos está dando un mensaje lleno de equilibrio y madurez humana. Ese mensaje nos dice que es imprescindible y urgente trabajar, pero que es imposible hacerlo si no se está lleno de fuerza y de decisión, para lo cual es fundamental encontrar tiempo para estar con Él, que es la fuente de toda gracia, de toda fuerza, de toda motivación generosa. El mundo nos espera para oír el anuncio del Evangelio, para recibir de nosotros un buen testimonio, para levantar al caído, construir la paz, vestir al desnudo o consolar al triste. Pero ¿cómo vamos a ser capaces de hacer todas esas cosas tan difíciles y generalmente agotadoras, si estamos secos por dentro?. Por eso, el Señor quiso que nos nutriéramos de Él, verdadera fuerza y verdadero alimento. Y quiso también que no engordáramos, es decir que transformáramos en trabajo las energías que recibimos de Él.
Si eres dado a un extremo -tanto si es el trabajo como si es la oración-, piensa que el verdadero camino católico es el equilibrio, la madurez. O dicho de otro modo: el camino de Cristo es el amor, pues ese es el mandamiento que nos dejó el Señor. Pero no sólo se ama cuando se reza o no sólo cuando se trabaja. Así pues, reza y trabaja. Ama siempre, cuando rezas y cuando trabajas. Reza por amor y trabaja por amor.
Ora et labora - Reza y trabaja
21 de julio de 2024
Propósito: Encontrar tiempo diario para rezar y, a ser posible, para ir a misa. No rehuir un acto de caridad cuando pueda hacerlo, pero siempre sin sobrepasar mis fuerzas.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XV DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Evangeliza, aunque no te sientas preparado
14 de julio de 2024
“Llamó Jesús a los Doce y les fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja”. (Mc 6, 7-9)
Vivimos unos tiempos que, en cierto modo, pueden compararse con los de los primeros cristianos. No en vano, el Papa Juan Pablo II y algunos obispos han calificado esta situación como un “neopaganismo”, con el agravante de que ahora el mensaje de Cristo suena a cosa sabida.
Esta situación, tan parecida a aquella, se caracteriza por el rechazo o la indiferencia con que se acoge el mensaje de Jesús. Es corriente oír quejas acerca de lo que cuesta hacer apostolado, de la vergüenza que hay que pasar cuando se tiene que defender a la Iglesia en el ambiente laboral o incluso en el familiar. Además, por ser cristiano pareces ser reo de todos los delitos imaginables, de todas las culpas que el resto de los cristianos hayan cometido en la historia (Inquisición, Cruzadas...), reales, inventadas o exageradas.
Conviene fijarse, precisamente por esas similitudes, en lo que hicieron los primeros cristianos. Ellos no lo tenían más fácil, ya que incluso se jugaban la vida. Sin embargo, tuvieron el valor de enfrentarse con un medio hostil y vencieron. Las diferencias entre ellos y nosotros no están, quizá, en las dificultades del ambiente, ni en que ellos tenían más medios materiales para evangelizar, sino en que tenían más fe, más amor a Cristo, más convencimiento de que ser cristiano era una gran suerte. Por eso, aunque tenemos que intentar tener mejores estructuras evangelizadoras –como medios de comunicación-, lo que debemos hacer sobre todo es tener más medios espirituales, más oración, más y mejor testimonio de vida.
Evangeliza, aunque no te sientas preparado
14 de julio de 2024
Propósito: No dejarme vencer por la presión ambiental para confesar mi fe. Buscar argumentos, prepararme, solucionar las dudas y objeciones que sé que me van a hacer. Y evangelizar.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XIV DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Acepta las correcciones
7 de julio de 2024
“¿No es éste el carpintero, el hijo de María?.... Y desconfiaban de Él. Jesús les decía: No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”. (Mc 6, 3-5)
La violenta reacción de los paisanos de Jesús contra él, con motivo de la visita del Señor a Nazaret, que es recogida en el texto del Evangelio de este domingo, se debió a algo tan sencillo como una corrección, una crítica, que Cristo se atrevió a hacerles. Hay mucha gente así. Todo va bien con ellos mientras les das la razón. Todo va bien mientras les dices que son buenísimos. Pero si te atreves a disentir en algo o a pedirles que cambien en alguno de sus comportamientos, reaccionan contra ti con gran virulencia, a veces incluso con calumnias.
Es una pena, porque si tuvieran humildad podrían cambiar y entonces mejorarían notablemente. Además, es muy frecuente que esas personas, aquejadas del defecto de la soberbia, tengan muy buenas cualidades en otros aspectos. Estarían realmente en el camino de la santidad y de la perfección con sólo aceptar las correcciones. Todo se lo toman como algo personal, como una falta a su honor, como una injusticia, y al rechazar las críticas se impiden a sí mismas la posibilidad de mejorar, de completar sus muchas virtudes.
En todo caso, esta semana debemos procurar no ser nosotros los que incurran en ese defecto, no sea que, dándonos cuenta de lo que hacen mal los demás, no nos percatemos de que el pecado de la soberbia también anida en nuestro corazón. A la vez, tenemos que procurar, si nos vemos en la obligación de corregir a alguien, hacerlo con el mayor tacto, con la mayor caridad posible, para que no sean las formas las que impidan recoger los frutos de la conversión.
Acepta las correcciones
7 de julio de 2024
Propósito: Callar cuando me critiquen. No responder inmediatamente y en caliente. Analizar si tienen razón o en qué medida la tienen e intentar cambiar.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XIII DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Nadie te puede ayudar como Dios
30 de junio de 2024
“Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía muchos años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto... Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias”. (Mc 5, 25-30)
Cada vez hay más personas que acuden a magos y adivinos para buscar recetas de felicidad. Cada vez hay más depresiones y suicidios, fruto en muchos casos de decepciones y de frustraciones. Cada vez hay más matrimonios rotos, más ancianos solos, más abortos. Y, sin embargo, teóricamente, cada vez tendríamos que ser más felices pues el nivel de vida mejora y la prosperidad está arraigada en muchas familias.
El problema está precisamente en que la gente busca la felicidad donde no puede encontrarla. Muchos hacen como la mujer enferma de que habla el Evangelio, que en la búsqueda de la salud, de la felicidad, ha gastado todo su dinero, toda su energía, toda su vida, y en lugar de mejorar ha empeorado. Durante un tiempo, quizá a esa mujer, lo mismo a que a tantos otros, le fue bien. Pero luego volvieron los problemas, incluso aumentados, y de nuevo se ilusionaron con otra cosa material en la que soñaron que podían encontrar la felicidad que buscaban. Y así una y otra vez, mientras va pasando la vida, que es el tesoro que se va gastando y que no tiene forma de ser renovado.
En cambio, aquellos que han apostado por Cristo y que han hecho de Él la fuente de su felicidad la han encontrado y lo han hecho al margen de las situaciones cambiantes de la vida e incluso de los sufrimientos que nunca faltan. Demos gracias a Dios por haberle encontrado y aferrémonos a su manto, sin separarnos de Él, porque sólo Él nos puede curar, consolar, fortalecer y llenar de esperanza.
Nadie te puede ayudar como Dios
30 de junio de 2024
Propósito: Analizar dónde estamos buscando la felicidad, en quién estamos poniendo nuestra confianza. Si sabemos que sólo Dios nos da la vida, ser coherentes y acudir a Él
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XII DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Paz en medio de la tormenta
23 de junio de 2024
“Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron diciéndole: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, cállate! El viento cesó y vino una gran calma”. (Mc 4, 36-39)
Nunca han faltado las dificultades, ni personales ni sociales. Quizá lo que nos pasa en este momento es que no sólo no tenemos fe sino que, además, tampoco sabemos historia. Si miráramos al pasado, al colectivo y al nuestro particular, descubriríamos que han existido muchos momentos en los que parecía que nuestra barca iba a zozobrar y nos íbamos a hundir en medio de los remolinos del mar. Sin embargo, no ha sucedido eso y después de la tormenta ha aparecido de nuevo el sol.
El problema no está, pues, en el propio problema sino en cómo afrontamos el problema. Si lo afrontamos solos, confiando exclusivamente en nuestras propias fuerzas o, como mucho, en la ayuda que otros nos puedan dar, es posible que sí tengamos motivos para el temor y la desesperanza. En cambio, si lo afrontamos unidos a Dios –como la Iglesia e incluso nosotros mismos hemos hecho otras veces- entonces veremos pasar la tormenta y descubriremos que, tras ella, el sol brilla con más fuerza. Descubriremos que las dificultades nos han purificado, nos han sacado de la modorra de la vida rutinaria, nos han unido al Señor, nos han hecho mejores. Pero si, al no tener fe, perdemos la esperanza, entonces el miedo nos atenazará y será cuando nos ahoguemos. Con Cristo podemos vencer, como de hecho hemos vencido en tantas otras ocasiones. Sin él estamos condenados a hundirnos. Sólo Cristo es nuestro Salvador y Él, realmente, es nuestro Salvador.
Paz en medio de la tormenta
23 de junio de 2024
Propósito: Recuperar la paz en medio de las dificultades a base de rezar más, de recordar los problemas del pasado que, sin embargo, no nos hundieron, y de estar lo más cerca posible del Señor.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XI DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
Ser fiel a Cristo, aunque me critiquen
16 de junio de 2024
“El Reino de Dios es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra es más pequeña que cualquier semilla; pero, una vez sembrada crece y es mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra”. (Mc 4, 30-33)
Luz del mundo, sal de la tierra, levadura en la masa, grano de mostaza. Con éstas y otras comparaciones, Jesús quería indicar a sus seguidores que Él no tenía miedo a que fueran pocos, sino que lo que a Él le preocupaba era que fueran innecesarios, inútiles, inservibles. Hemos llegado a pensar que sólo influiremos en la sociedad cuando tengamos el poder o cuando seamos la mayoría. En cambio, el Señor tenía otra forma de ver las cosas. Nuestra influencia vendrá de nuestra capacidad de ser fieles a Cristo y a su mensaje. Sólo así seremos sal de la tierra. Sólo así nos convertiremos en una planta de mostaza, que a pesar de su pequeñez original da sombra a los que buscan guarecerse de las inclemencias del tiempo.
¿Cómo hacer? Ante todo debemos fiarnos de Cristo y no de lo que nos digan unos y otros. Continuamente nos dicen que si hacemos rebajas en la moral va a venir más gente a la Iglesia. Eso es falso, como demuestra lo sucedido en las Iglesias protestantes. Además, debemos aceptar ser minoría; lo que nos debe preocupar no es el número sino la fidelidad al Señor, estando convencidos de que eso es lo que nos hará ser útiles a Dios y a los hombres. Por lo tanto, cuando algo nos haga dudar, estemos dispuestos a creer lo que nos enseña la Iglesia antes de creer en lo que la sociedad relativista nos dice que es lo verdadero. Y no darle importancia a las críticas que nos hagan por esa fidelidad.
Ser fiel a Cristo, aunque me critiquen
16 de junio de 2024
Propósito: No dejarnos vencer por el relativismo. Aceptar las enseñanzas de la Iglesia, tanto cuando las entendemos como cuando no las comprendemos del todo o nos cuesta practicarlas.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
X DOMINGO/TIEMPO ORDINARIO
No blasfemes
9 de junio de 2024
“Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.» Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo.» Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.» Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 28-35).
¿A qué se refería Jesús al decir que la blasfemia contra el Espíritu Santo no sería perdonada? Del texto evangélico se deduce que se refería a los que decían que estaba poseído por un espíritu inmundo o, lo que es lo mismo, que no era Hijo de Dios sino del demonio. Al decir esto, como su concepción fue fruto del Espíritu Santo, se estaba blasfemando contra la tercera persona de la Santísima Trinidad, aunque el que lo hiciera no fuera consciente de ello.
Pero había algo más. También se estaba insultando a la Santísima Virgen, su Madre. De hecho, el texto evangélico habla de ella a continuación. Decir que Jesús no es Hijo de Dios o que no fue concebido por el Espíritu Santo respetando la virginidad de María, sino que fue concebido por un hombre -San José u otro-, es una blasfemia que, advierte el Señor, no será perdonada.
Pero no basta con no ofender al Espíritu ni a María. Hay que defenderlos. Hay que defender la paternidad divina de Jesús y la inocencia, pureza y virginidad perpetua de María. Será una defensa pacífica ante tanta blasfemia, pero no debe ser nunca silencio por omisión que huele a cobardía
No blasfemes
9 de junio de 2024
Propósito: Rezar el Rosario diariamente, en desagravio por tantas ofensas que sufre la Virgen. Invocar al Espíritu Santo para que nos dé la fuerza de ser defensores de Dios.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Corpus Christi
Amar a quien tanto nos ha amado
2 de junio de 2024
“Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron. Y les dijo: Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”. (Mc 14, 22-25)
Cristo, llegado el momento de la despedida, quiso dejarnos un extraordinario regalo: se entregó a sí mismo de una manera –en la Eucaristía- poco antes de entregarse de otra –en la Cruz-. Todo era amor. Por la Eucaristía se quedaba para salvarnos en la cotidianeidad de la comunión. Por la Cruz se iba para lavar nuestros pecados con su sangre redentora. Eucaristía y Cruz son dos manifestaciones de la misma realidad: el amor de Cristo a los hombres, una auténtica “locura de amor”. Pero, decimos en español, que “amor con amor se paga”. A tanto amor le debe corresponder el máximo amor que nosotros podamos dar y que nunca alcanzará la medida que hemos recibido. Por eso debemos plantearnos la fiesta del Corpus Christi desde la perspectiva de devolver lo recibido. Si Cristo se ha quedado para consolarnos, acudamos nosotros a comulgar y a orar ante el Sagrario para consolarle. Si Él es nuestro apoyo, nuestro alimento, seamos nosotros su alegría. No debería pasar un solo día –si pudiéramos hacerlo- sin ir a misa o sin ir a hacer una visita ante el Santísimo. ¿Por qué acudir sólo cuando tenemos una enfermedad o un problema? ¿Por qué no ir sólo para dar las gracias? ¿Por qué no ir a visitar al Señor por el mero hecho de hacerle compañía? ¿Por qué no ser para los demás el pan de la caridad como Cristo lo es para nosotros? ¿No será que, en el fondo, no creemos que Cristo está en la Eucaristía? O eso, o es que somos unos egoístas incorregibles. Recordemos, “amor con amor se paga”.
Corpus Christi
Amar a quien tanto nos ha amado
2 de junio de 2024
Propósito: Ir a comulgar, bien preparados, siempre que sea posible. Ir a visitar al Santísimo para agradecer y acompañar. Convertirnos en pan que se da a los demás a través de la caridad.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Santísima Trinidad
Unidad, pluralidad y siempre caridad
26 de mayo de 2024
“Acercándose a ellos, Jesús les dijo: Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mt 28,17-20)
El dogma de la Santísima Trinidad nos enseña una verdad que conocemos porque nos ha sido revelada por Jesús, pues sin su ayuda jamás habríamos podido acceder a ella. Nos habla de la intimidad de Dios: Hay una sola naturaleza divina, un solo Dios, pero existen tres personas distintas -Padre, Hijo y Espíritu- iguales en dignidad y que participan de esa única naturaleza.
Además, el dogma de la Trinidad nos recuerda cómo es la vida que se lleva en el Cielo. Las tres divinas personas son una, en el sentido de que participan de la común naturaleza. A la vez, son diferentes, pues cada es ella misma, persona distinta a las otras dos. Es un misterio, ciertamente, pero un misterio enriquecedor porque nos enseña cómo tenemos que intentar vivir en la tierra: respetando las diferencias que existen en los demás –las que no son nocivas, por supuesto- y a la vez buscando la unidad, buscando la caridad y el amor recíproco.
Por lo tanto, a imitación de la Santísima Trinidad, déjale al otro que sea él mismo, no intentes que sea una copia tuya. Respétale en aquello que tiene legítimo derecho a ser o a hacer, aunque no sea lo que tú harías, porque él no tiene por qué ser como tú, pensar como tú o vivir como tú. Además, el hecho de que sea diferente a ti es bueno para ti, pues te enriquece, te complementa. Sin embargo, este respeto a las legítimas diferencias hay que compensarlo con una búsqueda intensa y sincera de la unidad.
Santísima Trinidad
Unidad, pluralidad y siempre caridad
26 de mayo de 2024
Propósito: Cuando tengamos la tentación de criticar a alguien, pensar si estamos pretendiendo que deje de ser él mismo. Respetar al otro en sus legítimos derechos. Buscar la unidad.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Pentecostés
Creer en la fuerza del Espíritu Santo
19 de mayo de 2024
“Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. (Jn 20, 22-23)
Una de las herejías más antiguas es el llamado “pelagianismo”, que consiste en creer que sólo contamos con nuestras propias fuerzas en la lucha por alcanzar la perfección y que el hombre, por lo tanto, se salva por sí mismo, sin deberle nada o muy poco al Señor y a su muerte en la Cruz. Esta falta de fe en la gracia de Dios se nota, entre otras cosas, en la disminución con que se frecuenta el sacramento de la confesión. Contra esta tendencia, tan actual, debemos reaccionar renovando nuestra fe en el Espíritu Santo y estando convencidos de que, si bien hay que poner todo lo que podamos de nuestra parte, no somos nosotros los que hacemos las cosas sino que es Dios el que las hace. Jesús quiere que no lo olvidemos y por eso en Pentecostés al dar el don del Espíritu Santo dio también el don del perdón de los pecados a través del sacramento de la penitencia. El Espíritu Santo, al que deberíamos llamar “Espíritu Santificador” actúa, entre otras formas, a través del don del perdón que recibimos al confesarnos, porque al ser perdonados renacemos a la santidad, volvemos a disfrutar de la comunión con Dios, participamos de la resurrección de Cristo.
Es Dios, como dijo María en las palabras dirigidas a su prima Isabel, el que hace maravillas y es capaz de hacerlas incluso con instrumentos tan frágiles y pobres como somos nosotros. Por eso es tan importante la confesión, porque es una proclamación de nuestra fe no sólo en el amor redentor de Cristo –que perdona nuestros pecados- sino también en que Él es capaz con su gracia, con su fuerza, de hacernos santos. Porque creemos en Él nos confesamos y seguimos luchando. Y porque luchamos venceremos.
Pentecostés
Creer en la fuerza del Espíritu Santo
19 de mayo de 2024
Propósito: Pedirle al Espíritu Santo el don de la santidad, con insistencia y perseverancia. Pedírselo a la vez que pedimos perdón por nuestros pecados en la confesión.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
La Ascensión del Señor
Evangelizar, la mejor aación social
12 de mayo de 2024
“En aquel tiempo se apareció Jesús a los once y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios”. (Mc 16, 15-19)
Si viviéramos en un país afectado por graves hambrunas y viéramos morir de hambre a la gente por la calle, nuestra sensibilidad nos movería a hacer algo por ellos. Si estuviéramos en una ciudad afectada por una gran riada, también haríamos lo posible por socorrer a los que lo han perdido todo bajo las aguas. Si hubiera sido un terremoto, un huracán o una guerra los culpables de la catástrofe, no nos quedaríamos indiferentes y nos sacrificaríamos por los afectados. Y todo porque esas desgracias nos entran por los ojos y nos remueven la conciencia.
Sin embargo, asistir al espectáculo de una multitud que vive alejada de Dios nos deja fríos, como si eso no tuviera importancia. Y eso que sabemos que eso no sólo tiene consecuencias para la perdición eterna del alma, sino que provoca divorcios, malos tratos a las esposas, desgracias a los hijos, robos y todo tipo de corrupciones. ¿Por qué somos así? ¿Por qué no tomarnos al menos tan en serio la salvación del alma como la del cuerpo? ¿Por qué hay más vocaciones para médicos que para sacerdotes?
Cristo no nos dejó el encargo, cuando se fue de la tierra, de construir hospitales, colegios y todo lo demás. Y eso que todo eso es muy útil e incluso imprescindible. Nos pidió, en cambio, que evangelizáramos, porque haciendo eso no sólo salvaremos el alma sino también el cuerpo, no sólo aseguraremos la vida eterna sino también la de la tierra.
La Ascensión del Señor
Evangelizar, la mejor aación social
12 de mayo de 2024
Propósito: Hacer todo lo posible –empezando por la oración y el testimonio- para acercar a Cristo a los que nos rodean, sabiendo que es lo mejor que podemos hacer por ellos.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Vence el mal a fuerza de bien
5 de mayo de 2024
“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. (Jn 15, 15-17)
Con frecuencia pensamos que Dios debe estar contento con nosotros porque no hacemos nada malo. Buscamos en nuestra conciencia y nos parece que hemos pasado por la vida casi sin pecados mortales. Esta reflexión contrasta con la idea que tenían los santos de sí mismos; por lo general, se sentían llenos de angustia y se consideraban grandísimos pecadores, a pesar de que sus manos estaban llenas de actos de amor auténticamente heroicos.
Debemos intentar no hacer nada malo, no cometer ningún tipo de pecado, especialmente los pecados mortales que rompen nuestra relación con Dios. Pero eso es insuficiente. Es como si un equipo de fútbol planteara su estrategia metiendo a todos los jugadores en el área para que el equipo rival no le metiera ningún gol. Como mucho, conseguiría el empate. Los pecados son los goles que nos meten, los actos buenos son los goles que metemos y al final lo que contará será el resultado, si es a favor o es en contra. Además, es más fácil ser consciente, y por lo tanto arrepentirse, de los pecados cometidos que de los actos de amor que no hemos hecho, de los llamados “pecados de omisión”, tan frecuentes como ignorados. Quizá ahí está la clave del comportamiento de los santos: ellos estaban enamorados de Cristo y aun haciendo tantas cosas por Él, todo les parecía insuficiente. Tenían tanto amor que sólo se consideraban contentos cuando daban la vida por el Ser amado, por Dios. Imitemos a los santos: no nos conformemos con no hacer el mal, aspiremos a hacer el bien, a darle a Dios todo lo que podamos, por amor a Él.
Reza más para dar más frutos
5 de mayo de 2024
Propósito: Evitar todo pecado mortal y, a la vez, no dejar escapar la oportunidad de obrar el bien, de ayudar a los demás, de suplir con nuestras obras buenas el mal cometido.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Reza más para dar más frutos
28 de abril de 2024
“Dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto... Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”. (Jn 15, 1-5)
El Señor nos advierte, en el Evangelio de este domingo, que es imposible dar fruto si no se está unido a Él. Pero también nos dice que para dar fruto utiliza algo tan doloroso como la poda. Porque, no hay que olvidarlo, toda poda duele.
Dos son, pues, los mensajes de esta “palabra de vida”. El primero es que necesitamos aumentar nuestra relación con el Señor si queremos fructificar, si queremos evangelizar, si queremos ayudar a los demás; la oración, la confesión y la comunión frecuentes se convierten, por lo tanto, en instrumentos imprescindibles para hacer el bien, para mediar por los que están sufriendo, para consolar, para conseguir el milagro de mover los más duros corazones, porque nos van a permitir estar con contacto con la fuente, con Cristo.
El segundo mensaje es que el sufrimiento podemos convertirlo en material para la evangelización, para el testimonio, para “dar fruto”. A veces nos parece que el dolor no sirve para nada y no encontramos explicación al sufrimiento. Sin embargo, cuando lo vivimos unidos a Dios y sin desesperar, nos convertimos en testigos creíbles que atraen y que son capaces de llevar a las personas hacia Dios, aquel que ha sido capaz de evitar que nos hundiéramos en la tormenta de los problemas. El sufrimiento puede ser el mejor abono para que nazca una cosecha espléndida que antes no podíamos ni imaginar.
Reza más para dar más frutos
28 de abril de 2024
Propósito: Aumentar la oración y la motivación religiosa al hacer las cosas, el “por ti” dirigido al Señor. Cuando sufrimos, convertirnos en testigos de que se puede ser feliz en el dolor.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Solo hay un buen pastor
21 de abril de 2024
“Dijo Jesús a los fariseos: Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas”. (Jn 10, 11-13)
Muchos pretenden ocupar el lugar de Dios en el corazón del hombre. Quieren tener el primer puesto y desean que el ser humano les “adore”, inclinándose ante ellos. Esto no es nuevo, pero quizá en nuestra época ha tenido manifestaciones especialmente evidentes. Ahí están los casos terribles de idolatría llevada a cabo por algunas ideologías nacionalistas, como la nazi por ejemplo, que pretendía convertir la patria y la raza en el nuevo dios al que adorar.
Lo grave es que muchos de los que han intentado suplantar a Dios en el corazón del hombre aún no han sido desenmascarados y todavía embaucan a miles de ingenuos. Lo que a nosotros nos toca hacer es evitar ser seducidos por esos “falsos dioses” y ayudar a otros a que también lo eviten. Los ídolos de nuestra época: el dinero, el poder, el éxito a toda costa, la comodidad, siguen siendo atractivos para muchos, posiblemente también para nosotros.
Aprendamos esta semana a identificar las voces seductoras de nuestras tentaciones, de nuestros ídolos, para distinguirlas de las de Cristo –que habla a través del Papa-, que es el único que no nos engaña, el único que se preocupa de verdad por nuestro bien. Aprendamos, muy especialmente, a no dejarnos seducir por los políticos cuando, apoyados por los medios de comunicación, presentan doctrinas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia y las presentan como si fueran beneficiosas para el hombre, presentando a la Iglesia no sólo como anticuada sino como nociva para la humanidad.
Solo hay un buen pastor
21 de abril de 2024
Propósito: Identificar y rechazar a los ídolos a los que, en la práctica, adoro. Estar especialmente atento a la comodidad y a la seducción de los políticos.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Predica y practica el perdón
14 de abril de 2024
“Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Yañadió: Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos”. (Lc 24,45-47)
“Evangelio” significa “buena noticia”. Y esa “buena noticia” la resume el evangelista Lucas en pocas palabras: existe otra vida después de la muerte, como demuestra el hecho de que Cristo ha resucitado. Además, esa otra vida, que va a ser eterna, está marcada por el perdón de los pecados, por la salvación que Cristo nos ha ganado con su muerte redentora. Pero hay una condición: es necesario que se produzca la conversión. Sin conversión, sin arrepentimiento, el amor de Dios no nos puede salvar, lo mismo que la lluvia no nos moja cuando uno se protege de ella con un paraguas.
Por lo tanto, debemos practicar y predicar la conversión, el arrepentimiento, el perdón. No como fin en sí misma, sino como un medio necesario para alcanzar el premio prometido: el perdón de los pecados y la vida eterna. Podríamos añadir aún otra cosa: como un medio utilísimo para darle una alegría a Dios, que estará contento de que abandonemos nuestra vida de pecado y avancemos por el camino de la santidad. La conversión debe estar motivada, ante todo, por el deseo de dejar de ofender a Dios, que tanto nos ha amado y nos ama. Practicar y predicar la conversión, esa es la clave. Y la conversión se practica a través del perdón. Un perdón que se pide a Dios y que se recibe de Dios. Un perdón que se pide al prójimo ofendido por nosotros y que se le otorga cuando es él el que nos ha ofendido.
Predica y practica el perdón
14 de abril de 2024
Propósito: Quita de tu camino lo que te impide acercarte a Dios. Conviértete sinceramente y confiésate. Además, dale al prójimo el don de tu perdón, que tú has recibido de Dios.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Colabora con la misericordia
7 de abril de 2024
“Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos»”. (Jn 20, 19-22)
El segundo domingo de Pascua es el domingo de la Divina Misericordia. El objetivo de esta semana será, por lo tanto, meditar sobre la Misericordia de Dios y sobre sus consecuencias para nosotros. Lo primero es agradecerle al Señor que nos dé el regalo del perdón de los pecados. El Evangelio de hoy dice expresamente que ese fue uno de los dones del Resucitado. Cristo instituyó el sacramento del perdón de los pecados tras su resurrección, puesto que ese perdón estaba ligado a los méritos que Él ganó para nosotros derramando su sangre. Su sacrificio en la Cruz fue el que consiguió para el hombre el perdón de los pecados. Es un don extraordinario e inmerecido y no podemos caer en la trampa de que tenemos derecho a ese perdón simplemente porque hagamos el acto, a veces difícil, de confesar los pecados; siempre es un regalo de Dios y como tal hay que recibirlo y agradecerlo.
Pero también la contemplación de la misericordia divina debe llevarnos a la imitación. Tengamos misericordia como Dios tiene misericordia de nosotros. Perdonemos como necesitamos ser perdonados. Ayudemos al prójimo como nos gustaría que nos ayudaran o como el propio Cristo nos ha ayudado. Seamos nosotros el instrumento que Dios usa para impartir su misericordia.
Colabora con la misericordia
7 de abril de 2024
Propósito: Agradecer la misericordia divina recibiéndola en la confesión. Dar misericordia, con todos los matices de la caridad, como instrumentos de la misericordia de Dios.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Yo soy el traidor
24 de marzo de 2024
“Estando a la mesa comiendo dijo Jesús: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro: ¿Seré yo? Respondió: Uno de los doce, el que está mojando en la misma fuente que yo”. (Mc 14, 18-20).
La Semana Santa se abre con el domingo de Ramos y, en esta fiesta tan alegre, se encierra ya la futura tragedia. Los mismos que un día aplaudieron cuando el Señor entró en Jerusalén son los que callan a los pocos días o, yendo aún más allá, cambian el significado de sus gritos para pedir que le crucifiquen después de haber gritado poco antes el himno de bienvenida del hosanna. Así es el hombre. Así ha sido y así sigue siendo. Los amigos de las horas de éxito desaparecen o incluso se tornan en enemigos cuando llegan los momentos malos.
Por eso debemos vivir la Semana Santa en una clave personal, intentando introducirnos en cada uno de los personajes que intervienen en la misma para descubrir nuestra similitud con ellos. Porque hay momentos en la vida en que nosotros somos el Cristo inocente y crucificado, mientras que hay otros –los más- en que somos el Judas traidor o el Pedro que niega conocer al Señor. Tampoco faltan, afortunadamente, instantes en que nos convertimos en el Cireneo que ayuda al que está aplastado por el peso de su cruz. Descubramos, pues, nuestra participación en la Pasión del Señor y que crezca nuestro amor a Él y nuestro deseo de evitarle todo tipo de sufrimiento. Lo conseguiremos en la medida en que nos demos cuenta de que Cristo ha sufrido y ha muerto por nosotros, por cada uno de nosotros, pues han sido nuestras traiciones y nuestros pecados los que le han llevado al Calvario.
Yo soy el traidor
24 de marzo de 2024
Propósito: Cuando vea a alguien hacer el mal o dejar de hacer el bien, me preguntaré ¿Y yo qué?. Quizá no haga algo tan grave, pero es posible que sea peor lo mío aunque sea menor
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
No huyas, pide ayuda
17 de marzo de 2024
El Cristo que nos muestra el evangelista San Juan, en esas horas previas a la agonía del huerto y a la crucifixión, es el hombre-Dios que, a pesar del miedo ante la tortura y la muerte que se le avecina, está decidido a ir hasta el final en el cumplimiento de su misión: la salvación de los hombres. Pero también es el hombre-Dios que sabe que llevar eso a cabo le va a suponer un sufrimiento infinito, a pesar de lo cual opta por seguir adelante. Por lo tanto, Cristo supo en todo momento lo que le esperaba y no pudo evitar que el miedo le turbara y que le tentación de huir le asaltara. Sin embargo, aun teniendo eso en cuenta, decidió continuar y le suplicó al Padre que le diera la fuerza que necesitaba para llevar a cabo su obra.
Nosotros también temblamos ante el dolor, ante las pruebas, las que tenemos o las que prevemos. Es lógico. Es humano. Si no nos ocurriera eso habríamos dejado de ser seres humanos. No nos tiene que asustar sentir miedo o tener ganas de dar la espalda a los problemas. Pero debemos recordar el ejemplo de Cristo y hacer como Él: pedir a Dios su ayuda –sin la cual no podemos hacer el bien- y seguir adelante, siendo fieles a lo que el Señor nos pida en cada momento, siendo especialmente fieles al cumplimiento de nuestras obligaciones, tanto laborales como familiares y eclesiales. Esto es especialmente importante en un momento como éste, con tantos divorcios. Recordemos una vez más la oración que San Agustín dirigía a Dios: “Da lo que pides y pide lo que quieras”. O dicho de otra forma: “Señor, ayúdame a no huir, a hacer tu voluntad, a subir a la cruz. Me siento débil y sin fuerzas, pero aunque yo no puedo tú sí puedes”.
No huyas, pide ayuda
17 de marzo de 2024
Propósito: En medio de los problemas, orar a Dios para que nos dé fuerzas para no huir. Ayudar a otros a hacer lo mismo, a que no huyan y a que encuentren su fuerza en Dios.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Ofrece tu cruz
10 de marzo de 2024
“Dijo Jesús a Nicodemo: Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna”. (Jn 3, 14-16)
No podemos dejar de ver las cosas con nuestros ojos y, humanos como somos, nuestra mirada tiende a volverse calculadora y materialista. Medimos y sopesamos las cosas y los acontecimientos considerando éxito o fracaso a lo que ocurre en función de los resultados aparentes. Pero la mirada de Dios es distinta. Por eso, el recuerdo de que Cristo triunfó cuando fracasaba y que en la Cruz fue cuando más atrayente se volvió, nos debe ayudar a considerar nuestras situaciones personales con otra óptica.
Quizá los números no sean tan importantes y, desde luego, no son lo más importante. Lo principal es siempre la fidelidad a Dios, la fidelidad a la propia conciencia, aunque tarden mucho en reconocer la razón que
teníamos. Por eso es fundamental saber perseverar, ser fieles a Cristo, a la Iglesia y a lo que nos dicta la conciencia. Si lo hacemos así estaremos ofreciendo a los que nos observan –y cuando sufrimos es cuando más nos observan- un ejemplo a seguir. Cuando perseveramos, a pesar de las dificultades y aunque no obtengamos el éxito esperado, es cuando somos más útiles, como le pasó a Cristo. Basta con asegurarse de que el camino elegido es el correcto, no sea que estemos insistiendo en el error y no en la
virtud. Para eso habrá que emplear el criterio ya citado, en este orden: Fidelidad a Cristo, interpretado por la Iglesia, con el eco que despierta en nuestra conciencia; unir nuestro sufrimiento al de Cristo en la cruz,ofreciéndoselo en el ofertorio mientras se celebra la Eucaristía.
Ofrece tu cruz
10 de marzo de 2024
Propósito: Cuando tengas un problema, acéptalo sin desesperar, para ofrecer a los demás un ejemplo. Insistir en el camino emprendido, si es voluntad de Dios.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Defiende a la Iglesia
3 de marzo de 2024
“Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: El celo de tu casa me devora”. (Jn 2, 13-17)
La escena de Jesús expulsando a los mercaderes del templo ha sido interpretada de muchas maneras. Una de ellas es la de considerar que se trata de una legitimación de la violencia cuando ésta se usa para causas justas. En realidad, Jesús se muestra irritado por la corrupción de la Religión, porque ésta es el corazón de todo lo demás y si la religión se pudre ya no hay esperanza de regeneración posible. Lo que está detrás es, pues, el “celo” de Cristo por la causa de Dios, que es también la causa de los hombres.
¿Tenemos nosotros ese mismo celo? ¿Nos preocupamos por los problemas de la Iglesia como si fueran los nuestros? ¿Estamos decididos a meternos en líos para ayudar a la Iglesia en la evangelización y en la lucha contra sus enemigos o, por el contrario, nos conformamos con criticar las cosas que no van bien? ¿Qué actitud tomamos cuando critican a la Iglesia? ¿No nos preocupa su situación económica? ¿Nos quedamos indiferentes cuando vemos que algunos se pasan a las sectas?
Cristo, presente en la Iglesia, su Cuerpo Místico, nos necesita para que ésta sea cada vez más santa, más auténtica. De nosotros depende, porque en buena medida son nuestros pecados los que afean su rostro. Pero de nosotros depende también salir en defensa de nuestra Madre, la Iglesia, no callar cuando se la insulta. Y hacerlo, ciertamente, sin ejercer la violencia, pero sin cobardía y sin ese tipo de prudencia a que estamos acostumbrados y que en realidad es un pecado de omisión.
Propósito: Ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Defenderla de las críticas injustas. Colaborar en la solución de los problemas que tiene, incluido el económico. Rezar por la Iglesia.
Defiende a la Iglesia
3 de marzo de 2024
Propósito: Ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Defenderla de las críticas injustas. Colaborar en la solución de los problemas que tiene, incluido el económico. Rezar por la Iglesia.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Recuerda los buenos momentos
25 de febrero de 2024
“Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos... Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas”. (Mc 9, 2-5).
El episodio de la Transfiguración es una prueba más del amor de Cristo a sus discípulos. El objetivo era prepararles para la crisis que se avecinaba, la crisis de la Cruz. Para ello, Jesús quiso llenarles de argumentos –la visión de Moisés y de Elías adorando a Cristo- y de sensaciones –el clima de éxtasis, que lleva a Pedro a desear quedarse así para siempre-. El Señor deseaba preparar a sus más íntimos amigos para que, cuando le vieran humillado, calumniado, crucificado, sin poder alguno, no dudaran de Él. Después de los milagros que le habían visto hacer y de haber escuchado de su boca el maravilloso mensaje evangélico, la Transfiguración debía consistir en el sello final y definitivo que asegurara la fe de los apóstoles contra toda prueba, contra toda duda.
Sin embargo, no fue así. En la Cruz, los mismos que le habían visto transfigurado dudaron, le negaron y huyeron. Ahí está, pues, la lección histórica que podemos extraer de este episodio. Debemos preguntarnos, cuando tenemos problemas y éstos nos llevan a dudar del amor de Dios, si en realidad el Señor no nos habrá dado ya pruebas más que suficientes para estar seguros de su amor. Y cuando las cosas van bien, debemos ser conscientes de ellas y atesorarlas en la memoria para recordarlas cuando lleguen las horas difíciles, las horas de la fidelidad. Porque sólo se puede vivir la virtud de la fidelidad cuando no hay motivos aparentes para hacerlo, ya que ser fiel cuando todo va bien no es virtud sino mera lógica sin mucho mérito.
Recuerda los buenos momentos
25 de febrero de 2024
Propósito: Da gracias a Dios por lo que va bien en tu vida. Memorízalo para no olvidarlo, como el que guarda un gran tesoro. Y si algo está yendo mal, echa mano de la memoria para mantener la fe en el amor de Dios.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
No te inhibas
18 de febrero de 2024
“En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían”. (Mc 1, 12-13)
Cristo quiso asumir en todo la condición humana, a fin de queestuviéramos convencidos de que nada nuestro le es ajeno. Pero si Él no cometió pecado, sí llegó hasta las puertas del pecado: las tentaciones. Era preciso que nos quedara bien claro que su amor por nosotros había llegado hasta el extremo, un extremo que culminará cuando llegue la hora de morir en la Cruz, en medio por cierto de la más terrible de las tentaciones: la duda de fe en el amor de Dios.
Nosotros, sin embargo, debemos intentar evitar las tentaciones, pues quien las elude evita el pecado. No hay que jugar con fuego, pues el riesgo de quemarse es grande y son mortales las heridas. ¿Cómo podemos, pues, imitar a Cristo, que se dejó tentar, si nosotros debemos evitarlas? Podemos equiparar la tentación a otro concepto: el de la complicación, el del compromiso. En realidad, Cristo lo que hizo fue complicarse la vida por nosotros, correr riesgos por nosotros. Y en eso sí le podemos imitar. Podemos y debemos –por agradecimiento hacia Él- complicarnos la vida por hacer su voluntad, echar en nuestros hombros cargas ajenas para aliviar al que sufre –como hizo Él con nosotros-, aceptar los riesgos del amor. Dejémonos, pues, complicar la vida por Él, como Él se la complicó por nosotros, siempre con la debida prudencia. Y no olvidemos el contenido de las tres tentaciones que sufrió Cristo: la de no hacer nada y pedir que Dios lo haga todo, la de creer que el hombre es feliz sólo con cosas materiales y la de poner el dinero o el éxito o el placer por encima de Dios, convirtiéndonos en sus adoradores. Por último, acudamos a la lucha bien protegidos, bien pertrechados con las armas más eficaces: la oración y la penitencia.
No te inhibas
18 de febrero de 2024
Propósito: Una forma de complicarte la vida por Cristo es encontrando tiempo para rezar y para ir a misa con frecuencia. Otra, hacer el bien a quien te lo pide, aunque te cueste.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Evita la peor lepra
11 de febrero de 2024
“En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme. Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: Quiero: queda limpio”. (Mc 1, 40-41)
La curación de un leproso por Jesús nos sitúa no sólo ante un milagro sino también ante un símbolo, puesto que la lepra era considerada entonces como una enfermedad directamente relacionada con el pecado. Curar a un leproso era devolverle a la comunidad, devolverle a la familia de los limpios, de los santos.
Sin embargo, este leproso hace algo extraño tras ser curado: desobedece a Jesús y, conscientemente o no, le crea grandes problemas al empezar a divulgar el milagro que el Señor había hecho en él. Esto provoca que Cristo no pudiera, como dice el Evangelio, “entrar abiertamente en ningún pueblo” y que debiera pasar incluso las noches “en descampado”. Un favor hecho por Cristo se vuelve contra el Señor por la desobediencia de aquel que ha recibido el milagro.
Hay, por lo tanto, una lepra peor que la física, una lepra moral. Es la desobediencia, es la ingratitud. En ella está el origen del pecado. Por eso, debemos dejarnos curar por Dios de ese mal y la mejor forma de hacerlo es vivir para darle gracias por los muchos dones que de él hemos recibido. Es terrible comprobar que hay muchos que están llenos de esos dones -la inteligencia, por ejemplo, o la salud- y que en lugar de ponerlos al servicio de Dios como acción de gracias por tenerlos, los ponen al servicio del enemigo de Dios, utilizándolos no para hacer el bien sino para hacer el mal. Dios permite que eso ocurra porque respeta la libertad humana, pero ese mal uso de los dones dados por Él no quedará impune.
Evita la peor lepra
11 de febrero de 2024
Propósito: Analizar en qué caemos con más frecuencia y pedirle a Dios que nos ayude a vencer esas tentaciones. Agradecerle, con nuestra obediencia, lo que hemos recibido.
No tengas miedo
4 de febrero de 2024
“Simón y sus compañeros fueron y al encontrarlo, le dijeron: todo el mundo te busca. Él les respondió: Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido”. (Mc 1, 36-38)
La fama, los halagos, los aplausos pueden convertirse en una cadena, en una esclavitud. De hecho, por conseguirlos o por retenerlos, muchos –también en la Iglesia- dejan de hacer lo que deben y de decir lo que es necesario. Se huye de la impopularidad, aun a costa de traicionar la propia conciencia y de incumplir los deberes profesionales.
Jesús nos demuestra, con su comportamiento, que Él no era un hombre que buscaba, por encima de todo, ser bien visto, ni que ansiaba que todos hablaran bien de él. Ante la popularidad responde: “Vámonos a otra parte”. Nosotros, en cambio, decimos eso ante las críticas. Muy pocas veces huimos de los elogios, mientras que nos acobardamos ante los problemas y tendemos a pensar que lo mejor es no tener ninguno, aunque para eso debamos dejar de hacer aquello que Cristo quiere que hagamos.
Se trata, pues, de no tener miedo. Se trata de hacer las cosas en conciencia y en fidelidad a la Iglesia. Naturalmente, también en caridad, pero sin que el riesgo de no ser comprendidos, de no ser aplaudidos, nos atenace y nos silencie. Al único que debemos temer es al juicio de Dios y no al juicio de los hombres. Digamos, pues, la verdad siempre con caridad. Démosle al prójimo la caridad de la verdad, a la par que le damos la verdad con caridad. Y si llega el caso de que nos tengamos que ir a otra parte, porque no podemos seguir anunciando la verdad o porque allí no hace ya falta que lo hagamos, no nos hagamos ningún problema por ello. Cristo ya pasó por ese trance, lo mismo que pasó por el de la cruz y el de la resurrección.
Dale a Dios tu pobreza
4 de febrero de 2024
Propósito: No tener miedo a hacer lo que Dios me pide, aunque me critiquen, sabiendo que Dios me ayudará. Ser fiel a Dios antes que a los hombres.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Dale a Dios tu pobreza
28 de enero de 2024
“Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar... Jesús lo increpó: Cállate y sal de él. El espíritu inmundo lo retorció y dando un grito muy fuerte, salió”. (Mc 1, 22-25)
El caso del hombre poseído al que Jesús liberó del espíritu inmundo nos sitúa delante de nuestras propias inmundicias, de nuestros propios pecados. De hecho, muchos de los ataques que sufre la Iglesia tienen como origen –al margen de las excusas que se busquen- la rabia que experimentan contra esta institución aquellos que están inmersos en el mal, en la basura, en el pecado. No pueden tolerar la existencia de una realidad que defiende el bien, la castidad, la pobreza y aprovechan defectos reales de algunos de sus miembros o defectos imaginados para intentar destruirla. En el fondo de esos ataques está este sentimiento: “Ellos, los que predican que hay que hacer el bien, son como nosotros, tienen tanto pecado como nosotros”. Quizá en parte tengan razón, pero, en cualquier caso, la predicación de la conversión y de la existencia objetiva del bien no debe dejar de hacerse, precisamente para evitar el triunfo definitivo del mal.
Pero en otros casos, la conciencia de los propios pecados aleja de Dios. ¿Cómo va Dios a amarme?, piensan algunos. Yo no tengo solución, dicen otros. En estos casos se trata de darle a Dios precisamente la pobreza personal y de dársela junto con la parte buena que sin duda también se tiene. La una, mediante el arrepentimiento, la confesión y la lucha por mejorar. La otra, mediante el ejercicio y desarrollo de aquellas virtudes y cualidades con las que Dios ha dotado a todos, aunque sean diferentes en cada uno.
Dale a Dios tu pobreza
28 de enero de 2024
Propósito: Haré examen de conciencia y si me doy cuenta de que soy poca cosa, le daré a Dios lo que tengo: lo malo con la confesión y lo bueno poniéndolo en práctica.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Elige la mejor parte
21 de enero de 2024
“Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando las redes en el lago. Jesús les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. (Mc 1, 16-18)
El relato de la vocación de los apóstoles es una invitación a valorar la vocación sacerdotal y la vida religiosa. Para muchos se trata de una opción imposible debido al voto de castidad. Ignoran, los que así opinan, la verdadera fuerza del amor. Porque el fondo de la vocación consagrada y sacerdotal es precisamente el amor: se ama tanto a alguien que se está dispuesto a renunciar a algo legítimo y bueno, como tener una familia, para dedicarse por entero al Señor y a las cosas de Dios, a la evangelización. ¿Hay mayor prueba de amor que esa?. La vocación nace del amor y el celibato es una llamada a la plenitud del amor, aunque en realidad esto sólo lo pueden entender los que están o han estado verdaderamente enamorados.
Pero detrás de este texto está también una lección para todos, casados incluidos. Porque hay también una vocación a seguir a Jesús en el propio estado y a seguirlo con radicalidad, con seriedad, con plenitud. La vocación a la santidad es común para todos y si no existen las dificultades del celibato o de la obediencia existen las de la convivencia, la educación de los hijos o el testimonio de la propia fe con una vida coherente y honrada en medio de un mundo cada vez más alejado de Dios. A todos Dios nos llama a seguirle, cada uno en su estado. Y espera que respondamos como los apóstoles: inmediatamente. Porque seguir al Señor es lo mejor que nos puede pasar. Un ejemplo concreto es el de San Pablo; por su conversión, miles de personas se hicieron cristianos y muchos millones se han acercado a Dios gracias a sus cartas; ¿qué habría sucedido sin esa conversión? ¿qué habría sido de él?
Elige la mejor parte
21 de enero de 2024
Propósito: Cuando sienta que Dios me pide algo –hacer un favor, rezar, perdonar...- lo haré inmediatamente. Consideraré también que seguirle y obedecerle es una gran bendición.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
La fuerza de la gracia
14 de enero de 2024
“Al día siguiente estaba allí Juan otra vez con dos de sus discípulos y fijando la vista en Jesús que pasaba, dijo: Ese es el Cordero de Dios. Al oír estas palabras, los dos discípulos se fueron detrás de Jesús.” (Jn 1, 35-37)
Juan Bautista presentó a Jesús como el "Cordero de Dios" que quita el pecado del mundo’. Algunos de los discípulos de Juan, al oírlo, se fueron tras el Señor. Buscaban, probablemente, seguir al ‘enviado del Altísimo’, pero también verse libres de las cadenas de sus propios pecados. Lo que no sabían en aquel instante era cómo iba el Mesías a llevar a cabo su misión. No sabían que el final era la Cruz. Pero tampoco sabían que el medio para cumplir esa misión era amar a los que iba a redimir, amar a los pecadores. La liberación del pecado se hizo a base de amar al pecador y de amarle hasta el límite máximo de la Cruz.
Nosotros, tantos años después de aquel acontecimiento, tenemos que seguir creyendo que Dios tiene poder para hacer hoy lo que hizo entonces: salvarnos a base de amor, salvarnos con su gracia santificadora y redentora. Tenemos que creer en la gracia de Dios y, para demostrarlo, tenemos que practicar los sacramentos. Creer en la gracia no es fácil, pues con frecuencia no se “experimenta” nada de tipo sensible, pero es decisivo para seguir adelante y para confiar en que Dios no nos deja solos en medio de las pruebas. A la larga, además, se comprueba que los que han creído han perseverado y que los que han perseverado han vencido, incluso a los demonios personales, que son los más difíciles de someter. Creamos, pues en al amor de Dios, que es un amor redentor. Creamos en la eficacia de ese amor. Creamos en la gracia. Dejémonos curar por el Señor de la vida.
La fuerza de la gracia
14 de enero de 2024
Propósito: Creer en la gracia de Dios, creer que Dios nos ayuda para hacer el bien y evitar el mal. Demostrárselo practicando los sacramentos, especialmente el de la confesión.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Bautismo del Señor: Creer en el amor de Dios
7 de enero de 2024
“En aquel tiempo proclamaba Juan: Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”. (Mc 1, 7-8)
Como todos los años, el primer domingo del Tiempo Ordinario se centra en la figura de Juan el Bautista y del Bautismo de Jesús. La humildad de aquel ‘precursor’ nos vuelve a hablar de la humilde por excelencia, de María. Pero también en el acto del bautismo hay otro mensaje: en el fondo lo que Juan predica es que ha llegado el momento anhelado y Dios ha venido a estar en medio de su pueblo.
Este mensaje nos invita a meditar esta semana sobre el amor de Dios. Y a hacerlo a la vez que atravesamos el desierto de la vida –como Juan atravesó el desierto de Israel-. En el desierto se pasan momentos difíciles, lo mismo que en la vida. Es en esos momentos cuando tenemos que utilizar los recursos que llevábamos para sobrevivir. El agua que nos salvará es la fe en el amor de Dios –alimentada por el recuerdo de los momentos buenos en que nos sentíamos seguros de esa fe- y también la gracia de Dios que continuamente nos llega a través de los sacramentos.
Se trata, por lo tanto, de creer en el amor de Dios y de acercarnos a ese amor mediante los sacramentos para que la fuerza que en ellos se nos comunica nos sostenga en la lucha diaria. Se trata de creer que a través de los sacramentos nos llega la fuerza y también de tener humildad para aceptar que no siempre podemos entender a Dios y que, por lo tanto, debemos estar preparados para aceptar el “silencio de Dios”.
Bautismo del Señor: Creer en el amor de Dios
7 de enero de 2024
Propósito: Humildad para aceptar que no entendemos los planes de Dios. Práctica de los sacramentos para recibir la fuerza que necesitamos, cada uno según su especificidad.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Sagrada Familia: El amor como respeto
31 de diciembre de 2023
“José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida; así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el
alma”. (Lc 2, 33-35)
La fiesta de la Sagrada Familia, que la Iglesia siempre sitúa en el primer domingo después de la Navidad, nos invita a reflexionar sobre la vida familiar que cada uno está llevando, entendiendo por familia también a los ancianos y a los tíos, y no sólo a los propios hijos o a los esposos. Todos sabemos que hoy la familia atraviesa una gran crisis, con
muchos problemas derivados de la incertidumbre acerca de cuál es el papelque deben jugar los padres, cuál el de los hijos y cuáles son los límites de los derechos de unos y de otros. No es fácil la convivencia y por eso son
cada vez más el número de familias rotas. Por eso, el objetivo de esta semana es el de construir o reforzar las relaciones de amor partiendo del respeto a los derechos del otro sin que eso signifique abdicar de los
derechos propios. Para ello conviene conjugar dos principios básicos. El primero es el de que toda convivencia implica sacrificio, aunque también lleva aneja la existencia de buenos momentos; no se puede pretender vivir
en familia sin amor y no se puede pretender amar sin aceptar la cruz; además, si se elige no vivir en familia, hay que tener en cuenta que también ahí hay sacrificios, el de la soledad por ejemplo. El segundo principio es el de que todo tiene un límite y cuando ese límite se sobrepasa se pueden recurrir a medidas extraordinarias que la Iglesia permite; pero hasta llegar a ese límite normalmente hay un largo camino que hay que recorrer, con paciencia, con generosidad, con inteligencia.
Sagrada Familia: El amor como respeto
31 de diciembre de 2023
Propósito: Ama a tu prójimo como a ti mismo: haz a los de tu familia lo que te gustaría que ellos te hicieran a ti. No seas más amable con los de fuera que con los tuyos.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
IV Domingo de Adviento: María, la fuerza de la humildad
24 de diciembre de 2023
“María contestó: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).
La fuerza de María estuvo siempre en la gracia de Dios. No en vano ella era y es la “llena de gracia”, la Inmaculada. Pero, además, la Virgen tuvo la cualidad de dejar actuar a Dios en ella, de creer en la gracia y de dejar al Señor que obrara en ella según sus divinos planes.
Esto puede parecer una hermosa reflexión pero poco concreta, poco útil. No es así. Por ejemplo, yo creo en la fuerza de la gracia cuando me dispongo a hacer aquello que veo que Dios me pide, aunque sepa que me va a costar, que me va a resultar difícil. Muchos hoy en día no se casan porque no están seguros de si van a perseverar en el matrimonio y así pasan sus mejores años en una soltería con frecuencia juerguista y disipada. Otros no se hacen sacerdotes o religiosas porque dudan de sus fuerzas para ser fieles. Naturalmente que ni unos ni otros tienen fuerzas para ser buenos laicos casados, buenos sacerdotes o buenos religiosos. La fuerza está en Dios y no en los hombres. María, a pesar de que no conoció el pecado no le dio su “sí” a Dios porque se sintiera fuerte, capaz, segura de ella misma, sino porque confió en el poder del Altísimo. Por eso en ella triunfó, ante todo, la humildad.
Una forma de vivir la humildad es, pues, saber correr los riesgos que Dios pide, creer en la Providencia, ponerse en manos de Dios. No se trata de ser un alocado, un irresponsable, un temerario. Pero tampoco se trata de que la prudencia nos atenace y, al final, se nos pase la vida sin haber hecho nada, sin haber hecho lo que Dios quería que hiciéramos. ¿Qué habría ocurrido si María hubiera tenido esa falsa prudencia? Jesús no habría nacido y no habría llegado a nosotros la redención.
IV Domingo de Adviento: María, la fuerza de la humildad
24 de diciembre de 2023
Propósito: Hacer la voluntad de Dios, aunque el resultado que vaya a obtener no sea perfecto. No esperar a que no existan problemas para hacer lo que Dios pide, sino confiar en Él.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
III Domingo de Adviento: Descubrir al Cristo oculto
17 de diciembre de 2023
“Juan les respondió: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia” (Jn 1, 27).
¿Quién es ese Dios desconocido que predicaba el Bautista a sus conciudadanos? ¿Quién era el que existía ante que él pero que venía detrás y del cual el buen Juan no era digno ni de servirle como criado?. Ese Dios era y sigue siendo sólo uno: Cristo y Cristo crucificado. Cristo era y es el “Dios desconocido”, especialmente cuando se nos muestra prendido por los clavos en la cruz, o cuando camina por nuestras calles como un emigrante, o cuando llama a nuestra puerta asediado por las deudas, o cuando es anciano y está solo, o cuando su enfermedad le vuelve irascible y desagradable. El hijo de María, el pequeño y débil Jesús de Belén, el destrozado y humillado Jesús del Calvario, sigue estando en medio de nosotros como un “Dios desconocido”. ¿Por qué?. Porque no queremos aceptar nada que suponga cruz, esfuerzo, generosidad, sacrificio. Y si Dios viene con ese rostro, preferimos mirar para otro lado y decir que no le conocemos. ¡Pobre Jesús! También hoy se cumple lo que dijo Juan:
“Vino a los suyos y no le conocieron”. Vino a los suyos y éstos miraron para otro lado para no complicarse la vida, para no meterse en líos. Pero a los que le reconocen, Él sabe recompensarles. Y su recompensa es la vida eterna, una vida eterna que empieza ya en la tierra a través de la inmensa alegría que se tiene cuando se está a su lado. Reconozcamos, pues, a Jesús sin dejarnos confundir por el rostro con que aparezca. Sepamos descubrirle tanto en lo bueno como en lo malo, tanto cuando nos hace milagros como cuando nos pide ayuda.
III Domingo de Adviento: Descubrir al Cristo oculto
17 de diciembre de 2023
Propósito: Descubrir a Cristo en el rostro de quien necesita de mi ayuda. Sentirme dichoso y afortunado cada vez que pueda ayudar a alguien, pues en él está Cristo.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
II Domingo de Adviento: Creer en la gracia
10 de diciembre de 2023
“Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo”. (Mc 1, 8)
El Evangelio de esta semana nos invita a hacer cosas muy concretas, como fruto de algo que resulta especialmente difícil hoy en día: la fe en la gracia de Dios, la fe en que Dios no nos ha dejado solos en la lucha cotidiana contra el pecado, la fe en la fuerza de Dios que es capaz de intervenir en nuestra vida y de hacernos vencer las tentaciones. Porque queremos creer en la gracia es por lo que tendremos que ser intrépidos a veces, tomando iniciativas que pueden ser arriesgadas. En otras ocasiones, esta fe en la gracia nos hará ser pacientes, pues creemos que si algo está sucediendo es porque Dios, aunque sea misteriosamente, lo permite. Por último, creer en la gracia nos ayudará a practicar los sacramentos, sobre todo el de la confesión, que es un hermoso acto de fe en que Dios, además de perdonar los pecados, puede ayudarnos a que no los repitamos.
Pensemos en la Virgen María, la Purísima, la llena de gracia. Porque creía en la fuerza de Dios aceptó correr los riesgos que entrañaba hacer la voluntad de Dios. Ella sabía que para los hombres lo que el Señor le proponía era imposible, pero para Dios –como le dijo el ángel- esa palabra no existe. En esta semana segunda de Adviento, en que vamos a celebrar la solemnidad de la Inmaculada, aprovechemos para poner nuestra mirada en ella de una manera especial, más intensa. Siempre debió parecerle todo imposible, desde un punto de vista humano. Imposible la encarnación, imposible que su niño fuera Dios, imposible que si era Dios muriera en la cruz, imposible la resurrección. Pero siempre creyó en Dios, creyó en su fuerza, en su gracia, y porque creyó esperó y porque esperó venció. Hagamos nosotros lo mismo, imitemos a María, la llena de gracia.
II Domingo de Adviento: Creer en la Gracia
10 de diciembre de 2023
Propósito: ¿Qué quiere Dios que haga?, me preguntaré. Y, sin caer en extremismos ni en excesos, me dispondré a hacer la voluntad de Dios, sabiendo que Él lo puede todo.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
I Domingo de Adviento: Despertar la conciencia
3 de diciembre de 2023
“Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”. (Mc 13, 35-36)
El Adviento empieza del mismo modo que terminó, las semanas anteriores, el Tiempo Ordinario: con una llamada de advertencia, con una invitación a estar preparados. Si el Señor, en la parábola de las vírgenes sensatas y las vírgenes necias, nos decía que no sabemos cuándo será el día o la hora en que nos llegará la muerte, en esta ocasión nos habla de la ignorancia en que está el empleado acerca de cuándo llegará el dueño de la casa. Se trata, pues, de estar preparados, pero para cosas distintas; aquella advertencia era para que estuviéramos preparados para la muerte -que es la vida definitiva- y para el juicio. Ésta es para acoger aquí en la tierra al Dios de la vida, a Cristo.
¿Cómo prepararnos? Evidentemente, el mejor modo de hacerlo es tener la casa bien dispuesta para cuando llegue el dueño a vivir en ella. Eso significa que debemos tener nuestras cosas en orden, la tarea hecha, las obligaciones cumplidas, las grietas reparadas, las heridas curadas. Y todo eso lo podemos hacer, antes que nada, haciendo una visita de inspección por el lugar para ver con detenimiento qué está fallando, qué va mal, qué necesita arreglarse. Es decir, tenemos que despertar la conciencia para, con ella como luz, poder revisar nuestra vida, nuestra alma. Para hacerlo es preciso escuchar la voz de Dios a través de su Palabra y también a través de la Iglesia. ¿Qué nos dice Cristo en el Evangelio, qué nos enseña la Iglesia?. A la luz de esa doctrina, revisemos nuestra vida para descubrir qué tenemos que reparar, antes de que sea demasiado tarde.
I Domingo de Adviento: Despertar la conciencia
3 de diciembre de 2023
Propósito: Hacer examen de conciencia detallado sobre el mal que hago y el bien que dejo de hacer, a la luz de lo que enseña la Iglesia y dice el Evangelio. Y luego confesarme.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXXIV Domingo: En el pobre, nuestro Señor y Rey
26 de noviembre de 2023
“Entonces dirá el Rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer...”. (Mt 25, 32-33)
En el pobre está nuestro Señor y Rey. De esta manera habría interpretado probablemente San Francisco de Asís el texto evangélico en el que Jesús habla del servicio hecho a los que sufren como realizado a Él mismo, y que la Iglesia ha querido escoger para la solemnidad de Cristo Rey.
Cristo era, para San Francisco, su rey. Por Él renunció a las glorias humanas que esperaba encontrar en las guerras cuando comprendió que las batallas que debía librar a favor de su Señor eran las de la lucha contra la pobreza, contra el sufrimiento, contra la soledad, contra la ingratitud. El ejemplo de San Francisco, como el de todos los santos, nos pone ante una doble realidad: la necesidad de proclamar claramente que sólo Cristo es nuestro Señor, el único que tiene derecho a ocupar el primer lugar en nuestra vida; que debemos acudir rápidamente a servir al Rey allí donde Él más nos necesita, donde desea ser servido: en los pobres. Cristo es lo primero en nuestra vida y, por Él, lo son los pobres, pues allí donde hay dolor, allí nos está esperando nuestro Dios necesitado de nuestra ayuda.
Pero también la lectura de este domingo nos dice algo más, en línea con lo que nos han enseñado las lecturas de los domingos anteriores: Dios nos va a juzgar y lo va a hacer teniendo en cuenta no sólo el mal que hemos hecho sino también el bien que hemos dejado de hacer. En el ejemplo que pone el Evangelio, los castigados no lo son por haber hecho el mal -no son acusados de robar-, sino por no haber hecho el bien, por no haber dado la limosna que podían dar.
XXXIV Domingo: Cualidades y responsabilidades
26 de noviembre de 2023
Propósito: Cada vez que alguien me pida ayuda y pueda ayudarle le diré al Señor: “Eres tú quien me necesita. Lo hago por ti”, y le ayudaré, al margen de si se lo merece o no.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXXII Domingo: El amor no se traspaza
12 de noviembre de 2023
“El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas, al tomar las lámparas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas”. (Mt 25, 1-3)
A la hora de nuestra muerte seremos examinados sobre el amor y sólo sobre el amor. Esta realidad la solemos olvidar. Unos porque piensan, quizá, que pueden estar tranquilos porque hay otras cosas que hacen más o menos bien -como la asistencia a misa-. Otros pensando que no faltará quien interceda por ellos, quizá miembros de la propia familia que sí viven una estrecha y verdadera relación con Dios. Incluso los hay -cada vez más- que creen que el cielo, si existe, está abierto a todos, al margen de sus obras. Sin embargo, ninguna de estas tres posturas es la correcta, pues, aunque fuéramos amigos, hijos o hermanos de santos, cada uno deberá dar cuenta a Dios por sus obras. Dios nos va a juzgar -con misericordia, pero nos va a juzgar- por nuestras propias obras. Más aún, los ejemplos buenos recibidos se volverán contra nosotros, pues ni siquiera habiéndolos tenido hemos sido capaces de convertirnos, de imitar a aquellos que nos los han dado. La palabra de vida de esta semana nos invita, pues, a analizar esos buenos ejemplos y a examinar si estamos a la altura de aquellos que nos los han dado. ¿Se sentirían nuestros padres orgullosos de nuestra forma de vivir la fe? Ellos tuvieron sus propios problemas, quizá más graves que los nuestros y, sin embargo, fueron ejemplares en su conducta. ¿Y nosotros? Lo mismo podemos decir en cuanto a la pertenencia al movimiento, grupo o parroquia. ¿Sacamos partido a los dones que nos están dado? ¿Somos conscientes de que otros no han tenido nuestras oportunidades y quizá consiguen mejores resultados?
XXXII Domingo: El amor no se traspaza
12 de noviembre de 2023
Propósito: Cuando veas un buen ejemplo, piensa que tú tienes que imitarlo. Cuando lo veas malo, no juzgues porque no sabes lo que hay detrás. Rinde en función de los dones recibidos.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXXI Domingo: La paja en el ojo ajeno
5 de noviembre de 2023
“En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos; haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen”. (Mt 23, 1-3)
Posiblemente, la única persona que no tiene solución es la que no se da cuenta del mal que padece. Eso no significa que los que son conscientes de que están enfermos puedan curarse, pero al menos tienen más posibilidades de lograrlo. Sócrates dejó claro, hace ya muchos años, que el principio de la sabiduría estaba en reconocer lo poco que se sabía, pues sólo desde ahí se podía ir aprendiendo. Pues bien, el principio de la santidad está en reconocerse pecador, pues sólo el que lo hace tiene la posibilidad de mejorar.
Lo que solemos hacer, en cambio, es echar la culpa de todo o de casi todo a los demás. Jesús, por el contrario, nos invita a ser severos con nosotros mismos e indulgentes con el prójimo. Es más urgente quitar la viga que hay en el propio ojo que la paja que hay en el ojo del vecino. E incluso aunque el prójimo tenga un defecto mayor que el tuyo y tengas el deber de advertirle de ello para ayudarle, no hay que olvidarse de mirar los propios defectos, pues puede suceder que el otro no nos quiera escuchar, mientras que nosotros mismos deberíamos ser los mejores de nuestros propios discípulos. Por lo tanto, no te excuses con los defectos de los demás para no hacer las cosas bien, aunque el que te dé mal ejemplo sea un superior tuyo. Es a Cristo a quien sigues, no lo olvides.
XXXI Domingo: La paja en el ojo ajeno
5 de noviembre de 2023
Propósito: Cuando tenga ganas de juzgar a alguien, de criticarle, me voy a fijar en mis propios defectos. Si me desaniman los malos ejemplos, me fijaré en Cristo para seguir.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXX Domingo: Un solo Mandamiento
29 de octubre de 2023
“Él les dijo: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser’. Este mandamiento es el principal y primer mandamiento. El segundo es semejante a él: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas”. (Mt 22, 36-40)
Jesús concentra toda la antigua Ley moral judía y toda la nueva Ley moral cristiana en un solo precepto, en un solo mandamiento: el del amor. Un amor que tiene que tener, necesariamente, dos dimensiones: la vertical –hacia Dios- y la horizontal –hacia el prójimo-. El amor cristiano, por lo tanto, tiene que ser a la vez un amor motivado religiosamente –por ti, Señor, quiero hacer las cosas- y también un amor que esté lleno de obras concretas, prácticas, necesarias.
Pero en este fragmento del Evangelio el Señor indica otra cosa: establece prioridades. Habla de un “primer” mandamiento y de un “segundo” mandamiento. Los dos son necesarios e imprescindibles, pero sin el primero no existirá el segundo, aunque sin el segundo el primero quedará en el vacío, como un proyecto que no llega a culminar. Por lo tanto, es imprescindible la motivación espiritual como punto de partida, para lo cual serán necesarias aquellas prácticas que la refuerzan: la oración personal y los sacramentos. Después, o a la vez, será también imprescindible que esa carga espiritual que se recibe en la oración se transforme en vida, en obras. En nuestra época están fallando las dos cosas: la motivación espiritual y, como consecuencia inevitable, las obras concretas. Empecemos por el principio, por regar la planta, y luego exijámosle que dé fruto.
XXX Domingo: Un solo Mandamiento
29 de octubre de 2023
Propósito: Voy a amar siempre y sólo a amar. Pero voy a amar haciendo lo que debo hacer en cada momento. Encontraré tiempo para rezar y para hacer obras buenas. Ambas por amor.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXX Domingo: El mal de la indiferencia
22 de octubre de 2023
“Le presentaron un denario. Él les preguntó: ‘¿De quién son esta cara y esta inscripción?’ Le respondieron: ‘Del César’. Entonces les replicó: ‘Pues pagadle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios’”. (Mt 22, 20-21)
La pregunta hecha a Jesús, con intención de ponerle en un compromiso, acerca del pago de impuestos a los conquistadores romanos de su patria, Palestina, le dio al Señor la oportunidad de dar una respuesta que se ha convertido en un verdadero modelo de comportamiento para la actividad del cristiano en la sociedad, en la política, en los negocios, en el mundo en general. “Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, dijo Cristo. O, lo que es lo mismo, Dios tiene que estar por encima de todo y por encima de todo deben estar las normas morales, pero Dios no te va a decir cómo se construye una casa, se cura una enfermedad, se cocina una comida o se administra un banco.
Ahora bien, muchos, quizá por el riesgo a equivocarse, optan por retirarse del mundo, por no meterse en problemas, por no complicarse la vida. Siguen así el camino de la indiferencia y ese es, precisamente, el menos cristiano y el más peligroso. Dios por encima de todo y sirviendo de referencia a todo, pero luego somos nosotros los que, con la luz y la fuerza de Dios, debemos meternos en el mundo para transformar el mundo, para mejorar el mundo, para ser la sal y la levadura que lo hacen más habitable, más humano, más divino. No huyas de los problemas: pídele a Dios ayuda y afróntalos. Si empiezas a huir, nunca dejarás de hacerlo. La vida se te convertirá en una permanente huida, que en el fondo será una huida de ti mismo.
XXX Domingo: El mal de la indiferencia
22 de octubre de 2023
Propósito: Cuando haya algún problema que seas capaz de resolver, al menos en parte, intenta solucionarlo, aunque te compliques un poco la vida, con ayuda de Dios.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXVIII Domingo: Sentirse bendecidos
15 de octubre de 2023
“El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir”. (Mt 22, 2-3)
A veces alguien nos pregunta a los católicos por qué hay personas que no tienen fe, al menos aparentemente sin culpa suya. Responder a esta pregunta no es fácil y, en todo caso, no hay duda de que Dios no va a reprochar a nadie su ausencia de fe si no ha tenido la posibilidad de tenerla. La fe es un don y no tenerla es una carencia que te priva del horizonte de la esperanza y de la luz y la fuerza en el orden de la caridad. Sin embargo, lo que sí que es cierto es que con muchísima mayor frecuencia que el caso anterior, se produce otro: el de aquellos que no tienen fe porque no quieren tenerla o incluso porque, aun teniéndola o habiéndola tenido, viven como si no la tuviera o la han ido perdiendo a base de no ejercitarla.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué muchos viven como si no tuvieran fe y llegan incluso a perderla? Sólo hay una explicación: esos consideran que la fe es un inconveniente en la vida, un freno para la realización personal, una incómoda conexión con una conciencia moral que te impide hacer aquello que te gustaría hacer y que podrías hacer porque está al alcance de tu mano y tu bolsillo.
Necesitamos experimentar -o recordar si ya lo hemos experimentado- que la fe es un don, que estar con el Señor es una bendición. Cristo no ha venido a amargarnos la vida, a impedir que disfrutemos, sino a llevarnos a una plenitud de alegría y felicidad que pasa sólo por el camino del amor. Por lo tanto, acudamos a su fiesta cuando nos invite. Participemos en la Eucaristía aunque suponga algún sacrificio, porque si no lo hacemos es muy probable que la fe se entibie e incluso se pierda.
Propósito: Cuando te cueste vivir el Evangelio, cumplir los mandamientos, ir a misa, hacer el bien, no te sientas desgraciado sino afortunado. Amar es una bendición para el que ama.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXVII Domingo: El cansancio de Dios
8 de octubre de 2023
“Cuando vuelva el amo de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo... Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de los cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”. (Mt 21, 40-43)
“No te canses de mí, Señor”. Esta debería ser nuestra oración casi permanente. O al menos frecuente, tan frecuente como lo son nuestros pecados, nuestras perezas, nuestra debilidad. Resulta admirable que el Señor no se haya cansado de la humanidad, que no la haya destruido o abandonado a su suerte. Sin embargo, esto no sólo no ha ocurrido, sino que además ha enviado a su único hijo, Jesucristo, para redimirla, para enseñarnos el camino que conduce a la felicidad. Sólo Dios podía amar tanto. Sólo Dios podía perseverar en el amor de esta manera, incluso cuando el ser amado –el hombre- da tan pocas muestras de arrepentimiento.
De lo que se trata esta semana es de pedir al Señor que no tire la toalla con nosotros, que nos dé nuevas oportunidades para convertirnos, para arrepentirnos, para mejorar, para confesarnos.
A la vez, se trata de no abusar de la paciencia y la bondad de Dios. De intentar evitar todo lo que le moleste, todo pecado. Y de amarle y amar al prójimo con todas nuestras fuerzas para compensar, de alguna manera, el daño que otros y nosotros le hemos hecho. Deberíamos profundizar en un tema que fue muy frecuente en la espiritualidad del siglo XIX y principios del XX: el del desagravio. Amemos a Dios porque se lo merece. Pero amemos también para desagraviarle por lo que otros le están ofendiendo y por lo que nosotros mismos, en otras ocasiones, le hemos ofendido. Como hizo Abraham cuando intentó salvar Sodoma, seamos los abogados de los pecadores, de nosotros mismos, con nuestras buenas obras.
Propósito: Arrepentirme y confesarme. Hacer propósitos muy concretos y posibles, que se refieran a los defectos principales más frecuentes. Hacer obras buenas para compensar las malas.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXVI Domingo: Obras son amores
1 de octubre de 2023
“Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Él le contestó: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: Voy, señor. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: ‘El primero’”. (Mt 21, 28-31)
El Evangelio de esta semana nos propone dos modelos diferentes con algo de positivo cada uno. Nos invita a no imitar a ninguno de los dos sino a sumar lo bueno de ambos. Es decir, nos propone intentar una respuesta perfecta: hacer la voluntad de Dios sin protestar, sin quejarnos. Porque hay personas que no hacen nada pero en cambio tienen buen carácter y hay otras que son muy trabajadoras pero a las cuales su manera de ser las vuelve insoportables. ¿Por qué no convertirnos en personas que son trabajadoras y amables, que hacen lo que hay que hacer sin darse importancia y sin estar gruñendo todo el tiempo?
Cada uno de nosotros se encuentra muchas veces a lo largo del día con la "voz" del Señor que le indica el camino a seguir. Esa voz habla a través de la conciencia, de las personas que nos rodean o, simplemente, de nuestras obligaciones. Es preciso escuchar la voz de Dios y obedecerla, intentando hacerlo con la mayor alegría posible, reduciendo al mínimo las protestas o las quejas. Porque obras son amores y Dios tiene derecho a ellas.
El Señor está esperando un tercer hijo al que mande a trabajar a su viña y lo haga sin quejarse e incluso dándole las gracias por poder hacerlo. ¿O quizá habría que decir que está esperando una hija?. Posiblemente sí, porque ese “tercer hijo” perfecto fue una mujer, fue la Virgen María.
Propósito: Voy a hacer las cosas sin protestar, sin echarle en cara a los demás que no las hayan hecho, sin sentirme superior. Voy a hacerlas rápidamente, sin esperar a mañana.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXV Domingo: Agradecer a Dios su generosidad
24 de septiembre de 2023
“Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. (Mt 20, 15-16)
La parábola del dueño del campo que contrataba jornaleros a diferentes horas y al final les pagaba a todos lo mismo, dándoles a los últimos tanto como había acordado con los primeros, no nos plantea la cuestión de la justicia divina sino la del agradecimiento humano. Primero, porque incluso lo que te dan -la vida eterna- es un regalo, ya que nadie la merece en virtud de sus obras; no nos justificamos ni nos salvamos a nosotros mismos, sino que es la sangre derramada de Cristo la que nos redime de nuestros pecados y nos abre la puerta del Cielo, por más que nuestras buenas obras sigan siendo necesarias, como condición imprescindible para demostrar nuestra aceptación del plan de Dios y como pequeña colaboración en la redención de Cristo, tal y como simboliza el agua que el sacerdote añade al vino en el ofertorio de la Eucaristía.
Segundo, porque trabajar por el Señor -hacer el bien, cumplir los mandamientos, ayudar al prójimo, santificar las fiestas- es una gran suerte. Los jornaleros de la primera hora tenían que haber dicho: "Señor, si quieres, páganos a nosotros un poco menos, pues ya hemos sido recompensados lo suficiente con el hecho de haber podido estar todo el día a tu lado, ayudándote, sirviéndote". Amar es una suerte y, si bien Dios va a dar el Cielo al que ama, hay un cielo que se disfruta ya en la tierra y que sólo poseen aquellos que están con Dios, con el Amor. Hay otra recompensa, pero si no la hubiera, con ésta ya habría sido suficiente.
Propósito: Cada vez que haga el bien, voy a sentirme afortunado por haberlo podido hacer, porque amar es una suerte. Le voy a agradecer a Dios que me permita amar.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXIV Domingo: Perdonar para ser perdonados
17 de septiembre de 2023
“Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: ‘Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: ‘No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete’ ”. (Mt 18, 21-22)
Esta semana la "palabra de vida" nos habla claramente del perdón y pone, en boca del propio Cristo, una medida que es una invitación a luchar por alcanzar el infinito: "perdonar hasta setenta veces siete", es decir, perdonar siempre. El perdón, por lo tanto, queda así instaurado como una práctica típica de la caridad cristiana, como algo consustancial al cristianismo. Más tarde, cuando veamos a Cristo en la cruz perdonando a sus enemigos, comprenderemos hasta qué extremos debe llegar el ejercicio de esta práctica.
La duda está en saber si el perdón equivale al olvido o si perdonar implica no protegerse para próximas ocasiones de quien te ha hecho daño y sabes que tiene muchas posibilidades de volvértelo a hacer. Creo que el perdón no está reñido con el sentido común y, a veces, ciertas posturas son las más enemigas del mensaje de Cristo porque lo que piden es prácticamente imposible de cumplir. Sin embargo, no hay que olvidar que perdonar significa, en cierto modo, olvidar y también arriesgarte a que te hagan daño de nuevo. Pero perdonar no implica ignorar el talante del que te ha herido, sino darle una nueva oportunidad siempre que él de muestras serias de querer aprovecharla. Significa ayudarle, aunque no se lo merezca. No vengarte, aunque tengas la oportunidad de hacerlo.
Y significa también ayudarte a ti mismo, pues la medida que uses la usarán contigo. Empezando por Dios y siguiendo por esos prójimos a los que tú has herido.
Propósito: Analiza quiénes son tus “enemigos”: aquellos a los que tienes antipatía o que te han hecho daño. Empieza a perdonarles rezando por ellos y, si puedes, ayúdales-
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXIII Domingo: Jesús en medio de sus discípulos
10 de septiembre de 2023
“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. (Mt 18, 20) Cristo está presente en medio de los discípulos, lo mismo que está presente en la Eucaristía, aunque sea con un tipo de presencia diferente.
Pero, al igual que en la Eucaristía, es preciso que se cumplan algunos requisitos. El primero es el de la unidad y el segundo el de que esa unidad sea en el nombre del Señor. Cuando se tiene en cuenta el don que se va a conseguir -la presencia del Señor- se comprende que todo esfuerzo merece la pena con tal de lograr lo prometido. El sacrificio que supone la humildad y el aceptar los defectos del prójimo, por ejemplo, se ven recompensados con la alegría que da laconvivencia con Cristo. Cuando se está con Él, se vive en el Cielo; cuando se ha roto la unidad, cuando hemos echado a Cristo de nuestro lado, lo que se experimenta es el Infierno. No en vano, el Cielo es estar con Dios y el Infierno es estar sin Él. Con cuánta frecuencia se experimenta esto en el hogar, por ejemplo. Cuando no hay amor, es frecuente oír: “Esta casa es un infierno”. Tienen razón, pero no saben por qué eso es así. Es la ausencia de Jesús, ausencia ligada a la falta de amor, lo que hace imposible la vida en común. Pero, además, esa unidad ha de hacerse en el nombre del Señor y, por lo tanto, unidos a Él y unidos a quien le representa, la Iglesia. Eso también tiene un precio: el de la aceptación de las enseñanzas de la Iglesia; de todas, incluidas aquellas que puedan resultar más difíciles de entender o de practicar.
El precio puede parecer caro, pero merece la pena. Por otro lado, no hay que engañarse: si no se paga el precio de la unidad se pagará el precio de la división. Si no se hace un esfuerzo por mantener unida la familia, se tendrá que sufrir las consecuencias de la desunión. Y puestos a pagar, mejor hacerlo por aquello que nos une a Dios y que nos da la felicidad en la tierra.
Tarea de la semana previo al Evangelio:
XXIII DOMINGO
10 DE SEPTIEMBRE
Practicar la máxima: “vale más lo menos perfecto en unidad que lo más perfecto en desunión”. Ejercitar la humildad, la paciencia y la fidelidad a la Iglesia.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXII Domingo: Tener la inteligencia de Dios
3 de septiembre de 2023
“Jesús empezó a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén ypadecer allí mucho... y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: ‘¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puedepasarte’. Jesús se volvió y dijo a Pedro: ‘¡Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios!’”. (Mt 16, 21-23)
No debería ofrecer dificultades aceptar que Dios, el Creador, es másinteligente que el hombre, la criatura. Sin embargo, en cuanto no entendemos algo, pensamos que o Dios no existe, o no se interesa pornosotros, o se ha equivocado. Esto lo pensamos especialmente cuando algo nos hace sufrir, cuando se presenta la Cruz con alguno de sus mil rostros: laenfermedad, la muerte, los problemas afectivos o los del trabajo. Deberíamos intentar tener la inteligencia de Dios, es decir, deberíamos imitar al Señor, que no eligió el camino de lo fácil, del éxito, del milagro, para resolver todos los problemas y redimir a la Humanidad, ino que escogió el camino de la Cruz.
Por lo tanto, cada vez que algo no vaya bien en nuestra vida, sea pequeño o grande, no maldigamos nuestra suerte, ni nos consideremos desgraciados; más bien, seamos conscientes de que se nos acaba de otorgar un gran tesoro: el de poder colaborar con Cristo en la redención. Y pensemos que, con mucha frecuencia, después de las crisis vienen las soluciones y éstas no podrían haber llegado si no hubiera sido por aquellas. Tras la Cruz vino la Resurrección. Por último, no olvidemos que en esa misma cruz, nuestra cruz, podemos unirnos al Señor, que está presente allí, en el dolor, de forma misteriosa pero real, como Él mismo dijo.
Tarea de la semana previo al Evangelio:
XXII DOMINGO
3 DE SEPTIEMBRE
Ofrece a Dios cada uno de tus dolores, aceptándolos sin quejarte, por la conversión de los que hacen sufrir a Dios y a los hombres. No pierdas la esperanza en que el futuro será mejor.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XXI Domingo: ¿Quién es Dios para ti?
27 de agosto de 2023
“ ‘¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?’. Ellos contestaron: ‘Unos que Juan el Bautista, otros que Elías....’. Él les preguntó: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’. Simón Pedro tomó la palabra y dijo: ‘Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo’. Jesús le respondió: ‘¡Dichoso tú, Simón, ...... Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará’”. (Mt 16, 13-18)
La pregunta de Jesús a los discípulos sobre la opinión de la gente sobre él parece tan actual como lo son las encuestas que continuamente se están haciendo en una sociedad como la nuestra, sometida al dictado de lo que piense la mayoría. Pero, en realidad, lo que a Cristo le interesa es saber lo que piensa sobre él cada uno de nosotros.
Jesús nos pregunta directamente: ¿Quién soy yo para ti?. Y no se conforma con una respuesta de libro, teórica y retórica. Porque de poco sirve decir: "Eres el primero en mi vida", si luego, en la práctica, lo más importante es la televisión -a juzgar por el número de horas que pasamos ante ella en comparación con los escasos minutos que dedicamos a estar con el Señor rezando- o el trabajo o las diversiones.
Sólo cuando reconocemos, con obras y no con palabras, el señorío de Dios en nuestra vida, sólo entonces Cristo puede confiarnos la tarea de evangelizar, de ser sus testigos, de ser piedras sólidas sobre las que poder construir el edificio de la Iglesia. Mientras tanto, por muchas cualidades que tengamos y por mucha necesidad que haya, Él no puede contar con personas para las cuales Dios es una cosa más y a veces ni siquiera eso. Dios te está necesitando, pero para poder encargarte el trabajo que te tiene encomendado quiere ocupar el primer lugar en tu corazón. Si no lo puede hacer, será culpa tuya.
Tarea de la semana previo al Evangelio:
XXI DOMINGO
¿Quién es Dios para ti?
Compara esta semana el tiempo dedicado a la oración y a las obras de caridad con el que pasas ante el televisor. Si Dios es lo primero, reza más y ve más a misa.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XX Domingo: La fuerza de la humildad
20 de agosto de 2023
“Él le contestó: ‘No está bien echar a los perros el pan de los hijos’. Pero ella repuso: ‘Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos’. Jesús le respondió: ‘Mujer, ¡qué grande es tu fe!, que se cumpla lo que deseas’. En aquel momento quedó curada su hija.” (Mt 15, 25-28)
El Evangelio de esta semana nos ofrece el modelo de una mujer que pedía a Jesús la curación de su hija. Aunque el Señor -extrañamente y para probar su fe- la comparó con un perro, ella no respondió con enojo y siguió insistiendo con humildad. Esa humildad fue la que abrió el corazón de Jesús y consiguió el milagro.
Estamos, pues, ante un ejemplo de cómo debe ser nuestra oración: perseverante y humilde. Con frecuencia pedimos a Dios cosas que, al cabo del tiempo -a veces incluso poco tiempo- hemos dejado de solicitar; en el fondo es que no nos importaban demasiado. También con mucha frecuencia, más que pedir exigimos; nos comportamos ante Dios no como ante el Señor sino como ante el criado. Tratamos a Dios como si estuviera a nuestro servicio y como si su principal obligación consistiera en darnos gusto y satisfacer nuestros caprichos. Sin la humildad es imposible la oración, inclusive la de petición. El que es humilde sabe que lo que pide es un don, algo a lo que no tiene derecho y, por lo tanto, no se enfada si no se le concede. Si se lo dan, lo agradece; si no lo recibe, acepta el misterio y agradece el resto de cosas maravillosas que Dios le ha dado. Si pidiéramos así seguramente recibiríamos más y, en todo caso, lo que no recibiéramos no nos serviría de motivo de crisis de fe, como les sucede a aquellos que se alejan de Dios cuando éste no les ha dado lo que pedían.
Propósito: Analizar bien qué necesitamos pedir, para insistir en ello. Y luego pedir con humildad, diciéndole al Señor que no nos vamos a ir de su lado si no nos lo concede.
Tarea de la semana previo al Evangelio:
XX DOMINGO
La fuerza de la humildad
Analizar bien qué necesitamos pedir, para insistir en ello. Y luego pedir con humildad, diciéndole al Señor que no nos vamos a ir de su lado si no nos lo concede.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
XIX Domingo: ¿Por qué has dudado?
13 de agosto de 2023
“Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: ‘¡Señor, sálvame!’. En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ‘¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?’” (Mt 14, 31-33)
Lo normal en la vida es atravesar momentos de duda, momentos en los cuales nos parece que Dios está muy lejos de nosotros, si es que existe. Son los momentos decisivos, los momentos en que se pone a prueba nuestra fe. Quisiéramos que el Señor nos respondiera siempre rápidamente, que nunca tuviéramos la sensación de soledad, que Dios nos solucionara los problemas cuando nos agobian.
En cambio, la enfermedad, la decepción, el fracaso, nos hacen sentir con toda su crudeza el peso de aquella cruz que llevó Cristo sobre sus hombros y que también a él le llevó a preguntarle al Padre por qué le había abandonado.
Para salir de esta situación no hay nada como recordar los dones recibidos en el pasado, las pruebas que en tantas ocasiones Dios nos ha dado de su existencia y de su amor solícito por nosotros. Desde ahí, no nos queda más remedio que ponernos en sus manos y, pidiéndole que nos ayude, hacer como Pedro: arrojarnos al lago para hacer lo imposible: andar sobre las aguas con la ayuda de Dios. Y si sentimos que nos hundimos, que nos falta la fe, no dudemos en pedir ayuda como hizo San Pedro, aunque el Señor nos regañe por nuestra poca fe. Andar sobre el agua, símbolo de entender los planes de Dios, no nos es posible. Del mismo modo que nuestra naturaleza impide lo que permite a los peces, nuestra inteligencia se encuentra limitada para comprender los planes de Dios. Pero tener fe sí es posible. Creer sin entender, aceptar el misterio, asumir que Dios es más grande que nosotros, está a nuestro alcance, con su gracia.
Tarea de la semana previo al Evangelio:
XX DOMINGO
Por qué has dudado?
Cuando tengas un problema y te parezca que Dios no te ayuda, recuerda momentos anteriores. Ten paciencia y no olvides que Dios escribe derecho con renglones torcidos.
PALABRA DE VIDA
PADRE SANTIAGO MARTIN, FM
Transfiguración del Señor
XX Domingo: Acordaos de los momentos de luz
6 de agosto de 2023
“Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz” (Mt 17, 1-2)
Todos, en alguna ocasión, nos hemos sentido iluminados por Dios. En ocasiones habrá sido por medio de una enfermedad, que nos habrá hecho reflexionar sobre el tipo de vida que estábamos llevando, como le pasó a San Ignacio o a San Francisco. En otras ocasiones habrá influido un amigo o quizá un sacerdote, los cuales nos habrán ayudado a darnos cuenta de dónde está la verdadera felicidad.. Puede ser incluso que Dios se haya hecho presente de modo especial en nuestra vida a través de algún momento extraordinariamente difícil o, por el contrario, mediante una sucesiva serie de alegrías. Es importante que nos demos cuenta de que esos «momentos de luz», esos momentos en que hemos sentido a Dios tan cerca, no son sólo para disfrutarlos en el instante en que se producen, sino para guardarlos en la memoria y hacer uso de ellos cuando se presentan los momentos contrarios: los de oscuridad, los del dolor, los de la experiencia del silencio de Dios. Eso fue lo que Cristo quiso hacer en el Tabor con sus amigos, mediante la Transfiguración: prepararles con momentos de luz para los momentos de cruz.
Descubramos esta semana, a base de ejercitar la memoria, cuáles son o han sido los momentos buenos en nuestra vida: en el matrimonio, con los hijos, en el trabajo, con la Iglesia, con los amigos, con los padres, con el grupo religioso al que se pertenece, con Dios. Evoquemos esos viejos tesoros para iluminar, con su luz, las oscuridades del presente. Hagamos justicia a Dios a base de darle gracias por el bien recibido, para no fijarnos sólo en los problemas que ahora tenemos.
Recordar los buenos momentos para ser más objetivos, más justos, en nuestra relación con los demás, especialmente con Dios. Así tendremos menos crisis.
Tarea de la semana previo al Evangelio:
XX DOMINGO
RECORDAR LOS MOMENTOS DE LUZ
Recordar los buenos momentos para ser más objetivos, más justos, en nuestra relación con los demás, especialmente con Dios. Así tendremos menos crisis.